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Mujeres que corren con los lobos

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Clarissa Pinkola Estés <strong>Mujeres</strong> <strong>que</strong> <strong>corren</strong> <strong>con</strong> <strong>los</strong> <strong>lobos</strong><br />

El manto expiatorio<br />

A veces, en mi trabajo <strong>con</strong> mujeres les muestro cómo hacer un manto expiatorio<br />

de tamaño natural <strong>con</strong> un trozo de tejido u otro material. Un manto expiatorio<br />

es un manto <strong>que</strong> detalla en imágenes, escritos y toda suerte de objetos<br />

prendidos y cosidos a él todos <strong>los</strong> improperios <strong>que</strong> una mujer ha recibido en su<br />

vida, todos <strong>los</strong> insultos, todas las calumnias, todos <strong>los</strong> traumas, todas las heridas<br />

y todas las cicatrices. Es la exposición de su experiencia como chivo expiatorio. A<br />

veces bastan sólo uno o dos días para <strong>con</strong>feccionar semejante manto, otras veces<br />

se necesitan varios meses. Pero resulta extremadamente útil para detallar todas<br />

las heridas, <strong>los</strong> golpes y <strong>los</strong> cuchillazos de la vida de una mujer.<br />

Al principio, yo misma me <strong>con</strong>feccioné un manto expiatorio. Muy pronto su<br />

peso fue tan grande <strong>que</strong> necesité todo un coro de musas para llevar la cola. Se<br />

me ocurrió la idea de <strong>con</strong>feccionar a<strong>que</strong>l manto expiatorio y, una vez reunidos<br />

todos a<strong>que</strong>l<strong>los</strong> desechos psíquicos en un solo objeto psíquico, <strong>que</strong>mar la capa para,<br />

de esta manera, eliminar en parte mis viejas heridas. Pero lo <strong>que</strong> hice fue colgar<br />

el manto del techo del pasillo y comprobar <strong>que</strong>, cada vez <strong>que</strong> me acercaba a<br />

él, en lugar de sentirme mal, me sentía bien. Empecé a admirar <strong>los</strong> ovarios de la<br />

mujer <strong>que</strong> había sido capaz de llevar semejante manto y seguir caminando resueltamente,<br />

cantando, creando y meneando el rabo,<br />

Y descubrí <strong>que</strong> lo mismo les ocurría a las mujeres <strong>con</strong> quienes yo trabajaba.<br />

Tras haber <strong>con</strong>feccionado sus mantos expiatorios, las mujeres se niegan a<br />

destruir<strong>los</strong>. Quieren <strong>con</strong>servar<strong>los</strong> para siempre, cuanto más desagradables y ensangrentados,<br />

mejor. A veces <strong>los</strong> llamamos también mantos de batalla, pues son<br />

la prueba de la resistencia, <strong>los</strong> fracasos y las victorias de cada una de las mujeres<br />

y de sus <strong>con</strong>géneres.<br />

Tampoco es mala idea <strong>que</strong> las mujeres calculen su edad no en años sino en<br />

cicatrices de guerra.<br />

—¿Cuántos años tienes? —me pregunta a veces la gente.<br />

—Tengo diecisiete heridas de guerra —<strong>con</strong>testo.<br />

Por regla general, las mujeres no se inmutan sino <strong>que</strong> empiezan a calcular<br />

alegremente su edad de la misma manera, <strong>con</strong>tando sus propias heridas de guerra.<br />

De la misma manera <strong>que</strong> <strong>los</strong> lakotas pintaban imágenes en pellejos de animales<br />

para señalar <strong>los</strong> a<strong>con</strong>tecimientos invernales, y al igual <strong>que</strong> <strong>los</strong> nahuatl, <strong>los</strong><br />

mayas y <strong>los</strong> egipcios tenían sus códices en <strong>los</strong> <strong>que</strong> anotaban <strong>los</strong> grandes a<strong>con</strong>tecimientos<br />

de la tribu, las guerras y las victorias, las mujeres tienen sus mantos<br />

expiatorios y sus mantos de batalla. No sé qué pensarán nuestras nietas y nuestras<br />

bisnietas de esta manera de reseñar nuestras vidas. Espero <strong>que</strong> reciban las<br />

debidas explicaciones.<br />

No nos engañemos a este respecto, pues nos lo hemos ganado a pulso <strong>con</strong><br />

las duras elecciones de nuestra vida. Si alguien te pregunta tu nacionalidad, tu<br />

origen étnico o tu estirpe, esboza una enigmática sonrisa y <strong>con</strong>testa:<br />

—El Clan de la Cicatriz.<br />

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