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Clarissa Pinkola Estés <strong>Mujeres</strong> <strong>que</strong> <strong>corren</strong> <strong>con</strong> <strong>los</strong> <strong>lobos</strong><br />
representa la naturaleza salvaje. Los medios y métodos destructivos, despojados<br />
de bondad y significado, llegan a adquirir una categoría superior.<br />
Sin embargo, por mucho <strong>que</strong> el demonio mienta y trate de cambiar <strong>los</strong><br />
hermosos mensajes acerca de la verdadera vida de la mujer por otros más mezquinos,<br />
ce<strong>los</strong>os y agostadores, la madre del rey comprende lo <strong>que</strong> ocurre y se niega<br />
a sacrificar a su hija. En términos modernos, no amordazaría a su hija, no le<br />
a<strong>con</strong>sejaría callar su verdad, no la animaría a fingir ser menos de lo <strong>que</strong> es para<br />
poder manipularla más. Esta figura de la madre salvaje del mundo subterráneo<br />
corre el riesgo de sufrir un castigo por seguir el <strong>que</strong> ella sabe <strong>que</strong> es el camino<br />
más prudente. Gana en astucia al depredador en lugar de <strong>con</strong>chabarse <strong>con</strong> él. No<br />
se da por vencida. Sabe lo <strong>que</strong> es integral, sabe lo <strong>que</strong> ayudará a una mujer a<br />
prosperar, identifica a un depredador al vuelo y sabe lo <strong>que</strong> hay <strong>que</strong> hacer al respecto.<br />
Aun<strong>que</strong> nos sintamos presionadas por <strong>los</strong> más deformados mensajes culturales<br />
o psíquicos, aun<strong>que</strong> un depredador ande suelto en la cultura o en la psi<strong>que</strong><br />
personal, todas podemos oír las instrucciones salvajes iniciales y seguirlas.<br />
Eso es lo <strong>que</strong> aprenden las mujeres cuando excavan en la naturaleza salvaje<br />
e instintiva, cuando se entregan a la tarea de la profunda iniciación y el desarrollo<br />
de la <strong>con</strong>ciencia. Siguen un cursillo acelerado por medio del desarrollo de la<br />
vista, el oído, el ser y el hacer ininterrumpidos. Las mujeres aprenden a buscar al<br />
depredador en lugar de intentar alejarlo, dejarlo de lado o ser amables <strong>con</strong> él.<br />
Aprenden <strong>los</strong> trucos, <strong>los</strong> disfraces y <strong>los</strong> medios <strong>que</strong> se inventa el depredador.<br />
Aprenden a "leer entre líneas" en <strong>los</strong> mensajes, las invitaciones, las expectativas o<br />
las costumbres nacidas de la manipulación de la verdad. Entonces, tanto si el<br />
depredador emana del propio medio psíquico como si procede de la cultura exterior,<br />
actuamos <strong>con</strong> astucia, podemos enfrentarnos cara a cara <strong>con</strong> él y hacer lo<br />
<strong>que</strong> se tiene <strong>que</strong> hacer.<br />
El demonio del cuento simboliza cualquier cosa capaz de corromper la<br />
comprensión de <strong>los</strong> profundos procesos femeninos. No hace falta un Tor<strong>que</strong>mada<br />
(31) para perseguir las almas de las mujeres. También se las puede perseguir <strong>con</strong><br />
la buena voluntad de unos medios nuevos pero antinaturales <strong>que</strong>, cuando se llevan<br />
hasta sus últimas <strong>con</strong>secuencias, privan a la mujer de su nutritiva naturaleza<br />
salvaje y de su capacidad de crear alma. Una mujer no tiene por qué vivir como<br />
si hubiera nacido en el año 1000 a.d.C. Pese a ello, la antigua sabiduría es<br />
una sabiduría universal, unos <strong>con</strong>ocimientos eternos y perdurables <strong>que</strong> serán<br />
tan válidos dentro de cinco mil años como lo son hoy en día y como lo eran hace<br />
cinco mil años. Es la sabiduría ar<strong>que</strong>típica y, como tal, es eterna. Pero <strong>con</strong>viene<br />
recordar <strong>que</strong> el depredador también es eterno.<br />
En otro sentido completamente distinto, el <strong>que</strong> cambia <strong>los</strong> mensajes, siendo<br />
una fuerza innata y <strong>con</strong>traria del interior de la psi<strong>que</strong> o del mundo exterior, se<br />
opone naturalmente al nuevo Yo—hijo. Pero, paradójicamente, puesto <strong>que</strong> tenemos<br />
<strong>que</strong> reaccionar para combatirlo o <strong>con</strong>trapesarlo, la sola batalla nos <strong>con</strong>fiere<br />
una fuerza extraordinaria. En nuestra tarea psíquica personal, recibimos <strong>con</strong>stantemente<br />
mensajes tergiversados del demonio: "Soy buena; no soy tan buena.<br />
Mi trabajo es muy profundo; mi trabajo es una tontería. Estoy progresando; no<br />
voy a ninguna parte. Soy valiente; soy cobarde. Soy lista; debería darme vergüenza."<br />
Son cuando menos mensajes des<strong>con</strong>certantes.<br />
Así pues, la madre del rey sacrifica una paloma en lugar de matar a la joven<br />
reina. En la psi<strong>que</strong>, como en toda la cultura en general, se registra una extraña<br />
rareza psíquica. El demonio no sólo se presenta cuando las personas están<br />
hambrientas o carecen de algo sino <strong>que</strong> a veces también aparece cuando se ha<br />
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