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Mujeres que corren con los lobos

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Clarissa Pinkola Estés <strong>Mujeres</strong> <strong>que</strong> <strong>corren</strong> <strong>con</strong> <strong>los</strong> <strong>lobos</strong><br />

CAPÍTULO 4<br />

El compañero: La unión <strong>con</strong> el otro<br />

El himno del hombre salvaje:<br />

Manawee<br />

Si las mujeres quieren <strong>que</strong> <strong>los</strong> hombres las <strong>con</strong>ozcan de verdad, tienen <strong>que</strong><br />

enseñarles un poco de sabiduría profunda. Algunas mujeres dicen <strong>que</strong> están<br />

cansadas, <strong>que</strong> ya han hecho demasiado a este respecto. Me atrevo a decir humildemente<br />

<strong>que</strong> han estado intentando enseñar a un hombre <strong>que</strong> no quiere aprender.<br />

Cuando <strong>los</strong> hombres ponen de manifiesto una buena disposición, es el momento<br />

de revelarles cosas no sólo por este motivo sino por<strong>que</strong> otra alma lo pide.<br />

Ya lo verás. He aquí algunas de las cosas <strong>que</strong> ayudarán a un hombre a comprender<br />

y a salir a medio camino al encuentro de la mujer; éste es el lenguaje, nuestro<br />

lenguaje.<br />

En <strong>los</strong> mitos, como en la vida, no cabe duda de <strong>que</strong> el Hombre Salvaje busca<br />

a una esposa de debajo de la tierra. En <strong>los</strong> relatos celtas hay célebres parejas<br />

de Dioses Salvajes <strong>que</strong> se aman de esta manera. A menudo habitan en el fondo<br />

de un lago, desde donde protegen la vida y el mundo subterráneos. En <strong>los</strong> mitos<br />

babilonios Inanna la de <strong>los</strong> n1us<strong>los</strong> de cedro llama a su amado, el Toro Plow:<br />

"Ven a cubrirme <strong>con</strong> tu furia salvaje." En <strong>los</strong> tiempos modernos, incluso hoy en<br />

día en el medio Oeste de Estados Unidos, aún se dice <strong>que</strong> la Madre y el Padre de<br />

Dios crean <strong>los</strong> truenos revolcándose en su lecho primaveral.<br />

De igual modo, nada le gusta más a la mujer salvaje <strong>que</strong> un compañero <strong>que</strong><br />

se le pueda igualar. Sin embargo, una y otra vez quizá desde el principio de la<br />

infinidad, <strong>los</strong> <strong>que</strong> quisieran ser sus compañeros no están muy seguros de comprender<br />

su verdadera naturaleza. ¿Qué de sea realmente una mujer? Es una pregunta<br />

muy antigua, un acertijo espiritual acerca de la naturaleza salvaje y misteriosa<br />

<strong>que</strong> poseen todas las mujeres. Mientras <strong>que</strong> la vieja del cuento de "La viuda<br />

de Bath" de Chaucer dijo <strong>con</strong> voz cascada <strong>que</strong> la respuesta a esta pregunta era<br />

<strong>que</strong> las mujeres deseaban ejercer soberanía sobre su propia vida, lo cual es un<br />

hecho indiscutible, hay otra verdad igualmente poderosa <strong>que</strong> satisface también<br />

esa pregunta.<br />

He aquí un cuento <strong>que</strong> explica cuál es la verdadera naturaleza de las mujeres.<br />

Los <strong>que</strong> se esfuerzan en comprender la forma de ser y actuar <strong>que</strong> se muestra en<br />

el cuento serán para siempre compañeros y amantes de la mujer salvaje. Hace<br />

mucho tiempo la señorita V. B. Washington me regaló un pe<strong>que</strong>ño cuento afroamericano<br />

<strong>que</strong> yo he ampliado y <strong>con</strong>vertido aquí en un cuento literario titulado<br />

"Manawee".<br />

∼∼∼∼∼∼∼∼∼∼∼∼∼∼∼∼∼∼∼∼∼∼∼∼∼∼∼∼∼∼∼∼∼<br />

Manawee<br />

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