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Mujeres que corren con los lobos

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Clarissa Pinkola Estés <strong>Mujeres</strong> <strong>que</strong> <strong>corren</strong> <strong>con</strong> <strong>los</strong> <strong>lobos</strong><br />

en relación <strong>con</strong> el símbolo del árbol, nos referimos a la desbordante energía femenina<br />

<strong>que</strong> nos es propia y <strong>que</strong> se manifiesta de manera cíclica a modo de mareas<br />

<strong>que</strong> suben y bajan <strong>con</strong> regularidad de la misma manera <strong>que</strong> la primavera<br />

psíquica sucede al invierno psíquico. Sin la renovación de este floreciente impulso<br />

en nuestras vidas, la esperanza <strong>que</strong>da sepultada y no se remueve la tierra de<br />

nuestra mente y nuestro corazón. El manzano florido es nuestra vida profunda.<br />

Podemos ver el devastador efecto del menosprecio del valor de lo femenino<br />

juvenil y esencial cuando el padre dice: "Ya plantaremos otro". La psi<strong>que</strong> no re<strong>con</strong>oce<br />

la presencia de su propia diosa—creadora personificada en el árbol florido.<br />

El joven yo se malvende sin <strong>que</strong> se comprenda el inmenso valor de su papel de<br />

principal mensajero de la Madre Salvaje. Pero, por otra parte, este des<strong>con</strong>ocimiento<br />

es el <strong>que</strong> da lugar al comienzo de la iniciación en la resistencia.<br />

El desventurado molinero sin trabajo había empezado a cortar leña. Es<br />

muy duro cortar leña, ¿verdad? Hay <strong>que</strong> levantar y acarrear mucho peso. Pero<br />

esta acción de cortar leña simboliza <strong>los</strong> inmensos recursos psíquicos, la capacidad<br />

de proporcionar energía a las propias tareas, de desarrollar las propias ideas<br />

y de poner a nuestro alcance el sueño, cualquiera <strong>que</strong> éste sea. Por <strong>con</strong>siguiente,<br />

cuando el molinero empieza a cortar, podríamos decir <strong>que</strong> la psi<strong>que</strong> ya está llevando<br />

a cabo la dura tarea de buscar la luz y el calor.<br />

Sin embargo, el pobre ego anda siempre buscando la manera de escabullirse.<br />

Cuando el demonio sugiere al molinero la posibilidad de librarse de a<strong>que</strong>l duro<br />

esfuerzo a cambio de la luz de lo femenino profundo, el ignorante molinero<br />

acepta el trato. De esta forma sellamos nuestro destino. En lo más hondo de las<br />

zonas invernales de nuestra psi<strong>que</strong> nos faltan provisiones y sabemos <strong>que</strong> no es<br />

posible una transformación sin esfuerzo. Sabemos <strong>que</strong> tendremos <strong>que</strong> arder totalmente<br />

de la manera <strong>que</strong> sea, sentarnos directamente sobre las cenizas de la<br />

mujer <strong>que</strong> antaño creíamos ser y seguir adelante a partir de ahí.<br />

Pero otra faceta de nuestra naturaleza, una parte más propensa a la languidez,<br />

<strong>con</strong>fía en <strong>que</strong> no sea así y en <strong>que</strong> cese el duro esfuerzo para poder sumirse<br />

de nuevo en el sopor. Cuando aparece el depredador, ya estamos preparadas<br />

para recibirlo; y lanzamos un suspiro de alivio pensando <strong>que</strong>, a lo mejor, hay un<br />

camino más fácil.<br />

Cuando nos negamos a cortar leña, se le cortan las manos a la psi<strong>que</strong>,<br />

pues, sin el esfuerzo psíquico, las manos psíquicas se marchitan. Sin embargo,<br />

este deseo de cerrar algún trato para librarnos del duro esfuerzo es tan humano y<br />

corriente <strong>que</strong> asombra en<strong>con</strong>trar a alguna persona <strong>que</strong> no haya hecho el pacto.<br />

La opción es tan frecuente <strong>que</strong>, si tuviéramos <strong>que</strong> dar un ejemplo tras otro de<br />

mujeres (y hombres) <strong>que</strong> desean librarse de la tarea de cortar leña y vivir una<br />

existencia más fácil, perdiendo <strong>con</strong> ello las manos —es decir, el <strong>con</strong>trol de su vida—,<br />

no terminaríamos nunca.<br />

Por ejemplo, una mujer se casa por motivos equivocados y se amputa la vida<br />

creativa. Una mujer tiene una preferencia sexual y se obliga a sí misma a<br />

aceptar otra. Una mujer quiere ser, ir, hacer algo importante, pero se <strong>que</strong>da en<br />

casa <strong>con</strong>tando recortes de periódico. Una mujer quiere vivir su vida, pero ahorra<br />

pe<strong>que</strong>ños retazos de vida como si fueran cordelitos. Una mujer <strong>con</strong>ciente de su<br />

valía como persona entrega un brazo, una pierna o un ojo a cualquier amante<br />

<strong>que</strong> se le pone por delante. Una mujer rebosa de radiante creatividad, pero invita<br />

a sus vampíricos amigos a chuparle la sangre. Una mujer necesita seguir adelante<br />

<strong>con</strong> su vida, pero algo en ella le dice "No, si te dejas atrapar, estarás segura".<br />

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