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Mujeres que corren con los lobos

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Clarissa Pinkola Estés <strong>Mujeres</strong> <strong>que</strong> <strong>corren</strong> <strong>con</strong> <strong>los</strong> <strong>lobos</strong><br />

El hacha de filo de plata procede de otro estrato ar<strong>que</strong>ológico del antiguo<br />

femenino salvaje, en el <strong>que</strong> el color de la plata es el del mundo espiritual y el de la<br />

luna. El hacha de filo de plata se llama así por<strong>que</strong> en tiempos antiguos estaba<br />

hecha de acero ennegrecido en la fragua y su hoja se afilaba <strong>con</strong> una piedra de<br />

amolar hasta <strong>que</strong> adquiría un reluciente color plateado. En la antigua religión<br />

minoica el hacha de la diosa se utilizaba para señalar el camino ritual de <strong>los</strong> iniciados<br />

y marcar <strong>los</strong> lugares sagrados. Les he oído decir a dos ancianas "cuentistas"<br />

croatas <strong>que</strong> en las antiguas religiones femeninas se utilizaba una pe<strong>que</strong>ña<br />

hacha ritual para cortar el cordón umbilical de <strong>los</strong> recién nacidos <strong>con</strong> el fin de<br />

<strong>que</strong>, liberados de las fuerzas del averno, pudieran vivir en este mundo (13).<br />

La plata del hacha guarda relación <strong>con</strong> las manos de plata <strong>que</strong> más tarde<br />

pertenecerán a la doncella. Aquí el pasaje es un poco complicado, pues parece<br />

dar a entender la posibilidad de <strong>que</strong> la eliminación de las manos psíquicas tenga<br />

un carácter ritual. En <strong>los</strong> ritos de sanación de las ancianas de la Europa oriental<br />

y del norte de Europa se solía podar un joven abeto <strong>con</strong> un hacha para <strong>que</strong> creciera<br />

<strong>con</strong> más vigor (14). Hace tiempo se profesaba un profundo amor a <strong>los</strong> árboles<br />

vivos. Éstos eran apreciados por<strong>que</strong> <strong>con</strong>stituían el símbolo de la capacidad de<br />

morir y renacer, por todas las cosas portadoras de vida <strong>que</strong> podían ofrecer a las<br />

personas, como, por ejemplo, la leña para calentarse y cocinar, las ramas para la<br />

<strong>con</strong>strucción de cunas, <strong>los</strong> bastones para caminar, las paredes para protegerse y<br />

las medicinas para la fiebre, y también por ser lugares a <strong>los</strong> <strong>que</strong> se podía trepar<br />

para ver en la lejanía y, en caso necesario, es<strong>con</strong>derse del enemigo. El árbol era<br />

en verdad una gran madre salvaje.<br />

En las antiguas religiones femeninas, esta clase de hacha pertenece por derecho<br />

propio a la diosa, no al padre. Esta secuencia del cuento permite deducir<br />

<strong>que</strong> el <strong>que</strong> el hacha pertenezca al padre se debe a una mezcla de la antigua religión<br />

<strong>con</strong> la nueva, cuyo resultado ha sido el desmembramiento y el olvido de la<br />

antigua. Pero, a pesar de las brumas del tiempo y/o de las sucesivas capas <strong>que</strong><br />

se han superpuesto a <strong>los</strong> antiguos <strong>con</strong>ceptos acerca de la iniciación femenina,<br />

siguiendo un relato como el <strong>que</strong> nos ocupa podemos extraer del enredo lo <strong>que</strong> nos<br />

interesa y re<strong>con</strong>struir el mapa <strong>que</strong> nos muestra el camino del descenso y el del<br />

ascenso.<br />

Podemos interpretar la eliminación de las manos psíquicas de la misma<br />

manera en <strong>que</strong> este símbolo era interpretado por <strong>los</strong> hombres de la antigüedad.<br />

En Asia, el hacha celeste se utilizaba para apartar a una persona del yo no iluminado.<br />

El elemento de la mutilación como iniciación reviste una importancia fundamental<br />

en nuestro relato. Si, en nuestras sociedades modernas, debemos cortar<br />

las manos del ego para poder recuperar nuestra función salvaje, es decir,<br />

nuestros sentidos femeninos, <strong>con</strong>viene <strong>que</strong> se corten para <strong>que</strong> podamos alejarnos<br />

de las seducciones de todas las cosas absurdas <strong>que</strong> tenemos a nuestro alcance,<br />

cualesquiera <strong>que</strong> sean las cosas a las <strong>que</strong> nos aferramos para no crecer. Si las<br />

manos tienen <strong>que</strong> desaparecer durante algún tiempo, <strong>que</strong> desaparezcan y sanseacabó.<br />

El padre blande el cortante instrumento de plata y, pese al profundo pesar<br />

<strong>que</strong> experimenta, aprecia mucho más su vida y la de la psi<strong>que</strong> <strong>que</strong> lo rodea, aun<strong>que</strong><br />

algunas cuentistas de nuestra familia subrayaban <strong>con</strong> toda claridad <strong>que</strong> la<br />

vida <strong>que</strong> el padre más temía perder era la suya propia. Si <strong>con</strong>sideramos el padre<br />

como un principio organizador, una especie de gobernante de la psi<strong>que</strong> externa o<br />

mundana, veremos <strong>que</strong> el yo exterior de la mujer, su dominante yo—ego mundano,<br />

no quiere morir.<br />

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