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Mujeres que corren con los lobos

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Clarissa Pinkola Estés <strong>Mujeres</strong> <strong>que</strong> <strong>corren</strong> <strong>con</strong> <strong>los</strong> <strong>lobos</strong><br />

do un hueso de la muñeca, un hueso del cuello o cualquier otro hueso —a excepción<br />

tal vez de la pelvis femenina—, no hubiera significado lo mismo 29.<br />

Por <strong>con</strong>siguiente, la calavera es otra representación de la intuición —no le<br />

hace daño ni a la Yagá ni a Vasalisa— y ejerce su propia discriminación. Ahora<br />

Vasalisa lleva la llama de la sabiduría; posee unos sentidos despiertos. Puede oír,<br />

ver, oler y saborear las cosas y tiene su Yo. Tiene la muñeca, tiene la sensibilidad<br />

de la Yagá y tiene también la temible calavera.<br />

Por un instante, Vasalisa se asusta del poder <strong>que</strong> lleva y está a punto de<br />

arrojar la temible calavera lejos de sí. Teniendo este formidable poder a su disposición,<br />

no es de extrañar <strong>que</strong> el ego piense <strong>que</strong> quizá sería mejor, más fácil y más<br />

seguro rechazar la ardiente luz, pues le parece demasiado fuerte y, por su mediación,<br />

ella se ha vuelto demasiado fuerte. Pero la voz sobrenatural de la calavera te<br />

a<strong>con</strong>seja <strong>que</strong> se tranquilice y siga adelante. Y eso lo puede hacer.<br />

La mujer <strong>que</strong> recupera su intuición y <strong>los</strong> poderes "yaguianos”, llega a un<br />

punto en el <strong>que</strong> siente la tentación de desechar<strong>los</strong>, pues, ¿de qué sirve ver y saber<br />

todas estas cosas? La luz de la calavera no tiene compasión. Bajo su resplandor,<br />

<strong>los</strong> ancianos son unos viejos; lo bello es lujuriante; el tonto es un necio; <strong>los</strong><br />

<strong>que</strong> están bebidos son unos borrachos; <strong>los</strong> desleales son infieles; las cosas increíbles<br />

son milagros. La luz de la calavera ve lo <strong>que</strong> ve. Es una luz eterna colocada<br />

directamente delante de una mujer como una presencia <strong>que</strong> la precede y<br />

regresa para comunicarle lo <strong>que</strong> ha descubierto más adelante. Es su perpetua<br />

exploración.<br />

Sin embargo, cuando una mujer ve y siente de esta manera, tiene <strong>que</strong> tratar<br />

de actuar al respecto. El hecho de poseer una buena intuición y un <strong>con</strong>siderable<br />

poder obliga a trabajar. En primer lugar, en la vigilancia y la comprensión<br />

de las fuerzas negativas y <strong>los</strong> desequilibrios tanto interiores como exteriores. En<br />

segundo lugar, obliga a hacer acopio de voluntad para poder actuar <strong>con</strong> respecto<br />

a lo <strong>que</strong> se ha visto, tanto si es para un bien como si es para recuperar el equilibrio<br />

o para dejar <strong>que</strong> algo viva o muera.<br />

Es verdad y no quiero engañar a nadie. Es más cómodo arrojar la luz e irse<br />

a dormir. No cabe duda de <strong>que</strong> a veces hay <strong>que</strong> hacer un esfuerzo para sostener<br />

en alto la luz delante de nosotras, pues <strong>con</strong> ella vemos todas nuestras facetas y<br />

todas las facetas de <strong>los</strong> demás, las desfiguradas, las divinas y todos <strong>los</strong> estados<br />

intermedios.<br />

Y, sin embargo, gracias a esta luz afloran a la <strong>con</strong>ciencia <strong>los</strong> milagros de la<br />

belleza profunda del mundo y de <strong>los</strong> seres humanos. Con esta penetrante luz podemos<br />

ver un buen corazón más allá de una mala acción, podemos descubrir un<br />

dulce espíritu hundido por el odio y podemos comprender muchas cosas en lugar<br />

de <strong>que</strong>darnos perplejas. La luz puede distinguir las capas de la personalidad, las<br />

intenciones y <strong>los</strong> motivos de <strong>los</strong> demás. Puede distinguir la <strong>con</strong>ciencia y la in<strong>con</strong>ciencia<br />

en el yo y en <strong>los</strong> demás. Es la varita mágica de la sabiduría. Es el espejo<br />

en el cual se perciben y se ven todas las cosas. Es la profunda naturaleza salvaje.<br />

Pero a veces sus informes son dolorosos y casi no se pueden resistir, pues<br />

la cruel luz de la calavera también muestra las traiciones y la cobardía de <strong>los</strong> <strong>que</strong><br />

se las dan de valientes. Señala la envidia <strong>que</strong> se oculta como una fría capa de<br />

grasa detrás de una cordial sonrisa y las miradas <strong>que</strong> no son más <strong>que</strong> unas máscaras<br />

<strong>que</strong> disimulan la antipatía. Y, <strong>con</strong> respecto a nosotras, la luz es tan brillante<br />

como para iluminar lo exterior: nuestros tesoros y nuestras fla<strong>que</strong>zas.<br />

Éstos son <strong>los</strong> <strong>con</strong>ocimientos <strong>que</strong> más nos cuesta afrontar. Aquí es donde<br />

siempre <strong>que</strong>remos desprendernos de todo este maldito y sagaz <strong>con</strong>ocimiento.<br />

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