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La fotografía arqueológica en Francia<br />
<strong>la</strong> experiencia y los objetivos <strong>de</strong> los investigadores. Con el tiempo, y sobre todo en el siglo XX, su uso<br />
se iría homogeneizando. Su utilización permite vislumbrar <strong>la</strong> valoración <strong>de</strong>l objeto arqueológico y <strong>la</strong><br />
comprensión <strong>de</strong> los principios <strong>de</strong> <strong>la</strong> estratigrafía y contexto. En este sentido, <strong>la</strong> mayor atención por el<br />
contexto se tradujo en tomas que ilustraban <strong>la</strong> aparición <strong>de</strong> estructuras o el lugar <strong>de</strong> hal<strong>la</strong>zgo <strong>de</strong> los objetos<br />
<strong>de</strong> especial importancia. Las vistas indican, en suma, el estado <strong>de</strong> <strong>la</strong> investigación arqueológica.<br />
La fotografía mostraba bien <strong>la</strong>s proporciones <strong>de</strong> lo fotografiado y los <strong>de</strong>talles con una precisión<br />
que parecía inigua<strong>la</strong>ble (Robinson, Herschman, 1987, 2). El auge positivista coadyuvó notablemente<br />
en <strong>la</strong> <strong>de</strong>finitiva aceptación <strong>de</strong> esta técnica <strong>de</strong> representación. Pau<strong>la</strong>tinamente, algunas voces comenzaron<br />
a recordar cómo el resultado <strong>de</strong> una fotografía <strong>de</strong>pen<strong>de</strong>, en gran medida, <strong>de</strong> <strong>la</strong> persona que realice<br />
<strong>la</strong> toma. Sólo en épocas muy recientes se ha afianzado <strong>la</strong> i<strong>de</strong>a <strong>de</strong> que <strong>la</strong> fotografía es una representación,<br />
avanzándose hacia <strong>la</strong> comprensión <strong>de</strong> su subjetividad. Pau<strong>la</strong>tinamente se asistió a un reparto <strong>de</strong> tareas,<br />
entre <strong>la</strong> fotografía y el dibujo, mucho más c<strong>la</strong>ro. La evolución <strong>de</strong> este reparto, más c<strong>la</strong>ro a partir <strong>de</strong> los<br />
años 80 <strong>de</strong>l siglo XIX, constituye, sin duda, un análisis <strong>de</strong> enorme interés. En esta evolución podríamos<br />
caracterizar ciertas ten<strong>de</strong>ncias o pautas.<br />
En primer lugar, y <strong>de</strong>s<strong>de</strong> los años 40 a los 80 <strong>de</strong>l XIX, po<strong>de</strong>mos hab<strong>la</strong>r <strong>de</strong> una confianza plena en<br />
el registro fotográfico. Los medios eruditos e intelectuales a<strong>la</strong>baron, como hemos visto, su exactitud,<br />
un <strong>de</strong>tallismo que llegaba a reproducir aspectos que el ojo humano no percibía. El elogio a <strong>la</strong> fotografía<br />
contenía, implícita o explícitamente, duras críticas hacia lo que había sido el medio tradicional <strong>de</strong><br />
representación: el dibujo. Ésta es <strong>la</strong> época en que éste recibió continuas críticas al compararlo, constantemente,<br />
con <strong>la</strong> novedosa fotografía. Trutat, por ejemplo, reprochaba al dibujo su lentitud en <strong>la</strong> ejecución<br />
y su precio, así como su no vali<strong>de</strong>z si se quería obtener un documento <strong>de</strong> exactitud indiscutible.<br />
Por otra parte, en <strong>la</strong> mayor parte <strong>de</strong> los casos, se seguía sin l<strong>la</strong>mar <strong>la</strong> atención –<strong>de</strong> esto se quejaría<br />
aún Deonna en 1922– sobre el carácter subjetivo y <strong>la</strong> <strong>de</strong>formación <strong>de</strong> <strong>la</strong> realidad que <strong>la</strong> fotografía suponía.<br />
En efecto, aunque <strong>la</strong> fotografía siempre supone una selección y una representación, para <strong>la</strong> mayoría<br />
<strong>de</strong> investigadores representaba fielmente <strong>la</strong> realidad.<br />
A partir <strong>de</strong> los años 80 <strong>de</strong>l siglo XIX, y en consonancia con otras transformaciones científicas, <strong>la</strong><br />
fotografía se incorporó en mayor medida y <strong>de</strong> manera diferente. Fundamental resulta, sobre todo, este<br />
uso distinto que empezó a tener <strong>de</strong>ntro <strong>de</strong>l registro <strong>de</strong> <strong>la</strong> actividad arqueológica. Comenzó a aplicarse<br />
al estudio <strong>de</strong> los monumentos o <strong>de</strong> los restos que eran excavados. Se había sobrepasado, aunque todavía<br />
apareciera, <strong>la</strong> simple documentación <strong>de</strong> un monumento. La intención sobrepasaba <strong>la</strong> <strong>de</strong> <strong>la</strong> <strong>de</strong>scripción.<br />
Pero, en el momento en que, <strong>de</strong>ntro <strong>de</strong> <strong>la</strong>s nuevas exigencias <strong>de</strong> <strong>la</strong> ciencia arqueológica <strong>de</strong> finales<br />
<strong>de</strong>l citado siglo, se abordó <strong>la</strong> e<strong>la</strong>boración <strong>de</strong> tipologías y corpora, se recurrió nuevamente al dibujo. Presentó,<br />
así, p<strong>la</strong>ntas, alzados y secciones don<strong>de</strong> el yacimiento y sus estructuras aparecían con sus dimensiones<br />
reales, por lo que el dibujo resultaba más a<strong>de</strong>cuado para <strong>la</strong> representación <strong>de</strong> ciertos restos. Ambas<br />
formas <strong>de</strong> registro, <strong>de</strong> análisis, eran, antes que contrarias, complementarias.<br />
La aplicación <strong>de</strong> <strong>la</strong> fotografía fue, según hemos visto, una empresa individual: su progresiva incorporación<br />
habría que unir<strong>la</strong> al convencimiento individual <strong>de</strong> los estudiosos respecto a <strong>la</strong> conveniencia<br />
<strong>de</strong>l medio fotográfico. La ciencia positiva <strong>de</strong>mandaba datos objetivos y exactos, que dibujasen <strong>la</strong><br />
Historia por sí mismos. Su rápida adopción en Francia se vio favorecida por su capacidad <strong>de</strong> “retratar”<br />
y proporcionar datos que se creían veraces. El siglo XIX había llevado a <strong>la</strong> consi<strong>de</strong>ración <strong>de</strong> que lo que<br />
era razonable era verdad. Este espíritu racionalista implicaba que lo verda<strong>de</strong>ro tenía que ser <strong>de</strong>mostrado<br />
mediante una construcción o discurso argumentado (Hirsch, 2000, 45).<br />
La incorporación <strong>de</strong> <strong>la</strong> fotografía a <strong>la</strong> Arqueología se incrementó en el período 1875-1914, momento<br />
en que los arqueólogos e historiadores franceses habían entrado en mayor contacto con <strong>la</strong>s teorías<br />
<strong>de</strong> Ranke. En boga en Alemania, los <strong>de</strong>rrotados <strong>de</strong> 1870 copiaron sus mo<strong>de</strong>los y paradigmas científicos.<br />
La fotografía era mecánica, ningún mecanismo <strong>de</strong> reproducción parecía a<strong>de</strong>cuarse tanto a <strong>la</strong>s<br />
necesida<strong>de</strong>s <strong>de</strong> los p<strong>la</strong>nteamientos positivistas. Con el<strong>la</strong> podrían llegar a contar <strong>la</strong> Historia como entidad<br />
absoluta y objetiva, guardando una postura neutral.<br />
Las críticas a esta escue<strong>la</strong> metódica comenzaron en los años 20 <strong>de</strong>l siglo XX en La Revue <strong>de</strong> Synthèse<br />
y, ya en los años 30, por parte <strong>de</strong> L. Febvre y M. Bloch en Les Annales. La escue<strong>la</strong> <strong>de</strong> los Anales acusaba a<br />
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