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La fotografía en <strong>la</strong> Arqueología Españo<strong>la</strong><br />

primeras décadas (1910-1936) cuando el afán sistematizador llevó a <strong>la</strong> necesidad <strong>de</strong> e<strong>la</strong>borar tab<strong>la</strong>s.<br />

Parece haber sido rápidamente adoptado en publicaciones como el Anuari <strong>de</strong> l’Institut d ’Estudis Cata<strong>la</strong>ns<br />

y el Archivo Español <strong>de</strong> Arqueología, don<strong>de</strong> se componían tab<strong>la</strong>s y se incluían sistemáticamente esca<strong>la</strong>s<br />

214 . La yuxtaposición <strong>de</strong> materiales impulsaba <strong>la</strong> comparación. Su e<strong>la</strong>boración indica <strong>la</strong> voluntad<br />

<strong>de</strong> “objetivar” los objetos. La disposición <strong>de</strong>ntro <strong>de</strong> un mismo “fotograma” facilitaba, sin duda, <strong>la</strong> visualización<br />

y comparación <strong>de</strong> elementos proce<strong>de</strong>ntes <strong>de</strong> contextos muy diferentes. La lámina así constituida<br />

habría sido un po<strong>de</strong>roso argumento en <strong>la</strong>s explicaciones difusionistas. Autores como Mélida y<br />

Cabré adoptaron tempranamente estas pautas. Posteriormente, po<strong>de</strong>mos mencionar su utilización por<br />

parte <strong>de</strong>, entre otros, Taracena, Lafuente Vidal, Almagro Basch, Amorós, García y Bellido y Vi<strong>la</strong>seca.<br />

Algunos <strong>de</strong> los más importantes trabajos <strong>de</strong> <strong>la</strong> época, como “De escultura ibérica. Algunos problemas<br />

<strong>de</strong> arte y cronología” <strong>de</strong> García y Bellido (1943), p<strong>la</strong>smaron su parte gráfica mediante este tipo <strong>de</strong> representación.<br />

EL OBJETO Y EL MUSEO<br />

Los objetos expuestos fueron retratados, en ocasiones, como espectáculos visuales (Edwards,<br />

2001, 63). Estas tomas preferían <strong>la</strong> representación por encima <strong>de</strong>l objeto, que pasaba a una importancia<br />

secundaria. Este tipo <strong>de</strong> disposición tuvo en el museo, lugar <strong>de</strong> exposición <strong>de</strong> los restos <strong>de</strong>l pasado<br />

<strong>de</strong>positarios <strong>de</strong> <strong>la</strong> “memoria nacional”, uno <strong>de</strong> sus marcos privilegiados. Los objetos aparecían junto a<br />

un entorno cuidado, al conjunto <strong>de</strong> elementos custodiados por el museo y, consiguientemente, por el<br />

estado liberal. El objetivo último era, frecuentemente, difundir el prestigio <strong>de</strong> un museo y, por extensión,<br />

<strong>de</strong> <strong>la</strong> nación-estado que salvaguardaba su propia memoria. Este tipo <strong>de</strong> fotografía estuvo especialmente<br />

presente en una época propagandística como fue <strong>la</strong> posguerra españo<strong>la</strong>.<br />

Otros contextos explican, también, <strong>la</strong> aparición <strong>de</strong> este tipo <strong>de</strong> tomas. El marqués <strong>de</strong> Cerralbo<br />

publicó, así, fotografías realizadas por J. Cabré <strong>de</strong>l “almacén” <strong>de</strong> Santa María <strong>de</strong> Huerta don<strong>de</strong>, en pare<strong>de</strong>s<br />

con armarios, se disponían urnas <strong>de</strong> parte <strong>de</strong> <strong>la</strong>s necrópolis excavadas, como <strong>la</strong> <strong>de</strong> Luzaga (Guada<strong>la</strong>jara)<br />

(Aguilera y Gamboa, 1916, 20, fig. 7). En muchas ocasiones, se perseguía dar a conocer lo<br />

<strong>de</strong>scubierto, los resultados <strong>de</strong> una campaña.<br />

Los tipos <strong>de</strong> imagen a los que hemos aludido adquieren, creemos, una especial importancia si<br />

consi<strong>de</strong>ramos cómo <strong>la</strong> práctica fotográfica y <strong>la</strong> edición mantuvieron, hasta un momento avanzado <strong>de</strong>l<br />

siglo XX, un carácter diferente al actual, don<strong>de</strong> <strong>la</strong> experiencia y <strong>la</strong> intervención <strong>de</strong>l autor resultaban c<strong>la</strong>ves<br />

en el resultado final. Así, durante casi todo el período 1860-1960, el arqueólogo <strong>de</strong>sempeñó un papel<br />

no <strong>de</strong>s<strong>de</strong>ñable en <strong>la</strong> apariencia final que observamos en cualquier fotografía. Conforme <strong>la</strong> técnica<br />

fotográfica fue evolucionando esta intervención fue <strong>de</strong>creciendo. Una <strong>de</strong> <strong>la</strong>s actuaciones más antiguas<br />

y recurrentes se refirió a <strong>la</strong> obtención <strong>de</strong> dibujos a partir <strong>de</strong> fotografías. Uno <strong>de</strong> los testimonios más antiguos<br />

lo protagonizó un extranjero pionero en España: Cartailhac. Durante su asistencia al Congreso<br />

Internacional <strong>de</strong> Antropología y Arqueología Prehistórica <strong>de</strong> 1880, conoció unos objetos <strong>de</strong> <strong>la</strong> necrópolis<br />

<strong>de</strong> Alcacer do Sal. Posteriormente, en una carta dirigida a P. Da Silva en 1885, le rogaba que se<br />

los fotografiase. Una vez con <strong>la</strong> fotografía, Cartailhac pudo utilizar el cliché para dibujar un puñal <strong>de</strong><br />

antenas (Costa Arthur, 1956-57, 107).<br />

La fotografía conservó, al menos hasta los años 20 y 30, un carácter ciertamente artesanal, en el<br />

que <strong>la</strong> experiencia y diversos conocimientos eran indispensables. Se actuaba sobre <strong>la</strong> fotografía, el documento<br />

<strong>de</strong> trabajo. Los numerosos testimonios nos hab<strong>la</strong>n <strong>de</strong> arqueólogos iniciados a ciertas prácticas<br />

químicas modificando los negativos. Estas máscaras hacían que los objetos se distinguiesen más,<br />

contrastasen frente a un fondo <strong>de</strong> color parecido. Diversas manipu<strong>la</strong>ciones en el negativo permitían<br />

también mejorar zonas sobreexpuestas. Se adaptó continuamente al discurso <strong>de</strong>fendido y se escribieron<br />

214 Ya fuese mediante esca<strong>la</strong>s o indicando numéricamente el tamaño en <strong>la</strong> leyenda.<br />

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