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La fotografía en <strong>la</strong> Arqueología Españo<strong>la</strong><br />

<strong>de</strong> <strong>la</strong> arqueología españo<strong>la</strong> (ver Cap. VIII.3) <strong>de</strong>stacamos <strong>la</strong> convivencia <strong>de</strong> varios tipos <strong>de</strong> dibujos y cómo<br />

<strong>la</strong> pervivencia <strong>de</strong> ciertas formas tradicionales fue significativa, mayor que en otros países occi<strong>de</strong>ntales.<br />

Así, hasta 1960 los autores recurrían, en ocasiones, a dibujos “sintéticos” mientras que, en otros momentos,<br />

acudían a dibujos <strong>de</strong> tipo técnico. En última instancia esta ausencia <strong>de</strong> un mo<strong>de</strong>lo unánimemente<br />

seguido para el dibujo arqueológico refleja <strong>la</strong> misma convivencia <strong>de</strong> representaciones que hemos visto<br />

muestra <strong>la</strong> fotografía. Todo ello testimonia, <strong>de</strong> nuevo, el propio estado <strong>de</strong> <strong>la</strong> disciplina arqueológica.<br />

Al mismo tiempo, esta convivencia podría estar indicando cómo <strong>la</strong>s pautas y convenciones para el<br />

dibujo <strong>de</strong> objetos arqueológicos fue, hasta cierto punto, un mo<strong>de</strong>lo importado, observado en <strong>la</strong>s publicaciones<br />

extranjeras y que, en muchas ocasiones, se habría copiado por el crédito <strong>de</strong> que gozaban. Des<strong>de</strong><br />

esta perspectiva <strong>de</strong> un mo<strong>de</strong>lo importado compren<strong>de</strong>mos mejor, por ejemplo, el carácter puntual que <strong>la</strong><br />

representación con secciones <strong>de</strong> los materiales arqueológicos tuvo hasta un momento avanzado <strong>de</strong>l siglo<br />

XX. Estas pautas generales no excluyen ciertas aplicaciones pioneras. Podríamos <strong>de</strong>stacar, en este sentido,<br />

los dibujos “técnicos” <strong>de</strong> materiales que efectuó J. Pérez <strong>de</strong> Barradas en <strong>la</strong> segunda década <strong>de</strong>l siglo<br />

pasado. Soluciones intermedias, entre un dibujo “sintético” y otro técnico, realizó en ocasiones Bonsor<br />

al disponer, junto al dibujo “sintético” <strong>de</strong> cada pieza, sus medidas fundamentales (1927).<br />

Hacia los años 30 <strong>de</strong>l siglo XX encontramos un mayor número <strong>de</strong> dibujos que habían adoptado<br />

una representación técnica. Se ilustraban, así, alzados, secciones y p<strong>la</strong>ntas <strong>de</strong> los monumentos junto a<br />

perfiles y vistas frontales <strong>de</strong> los objetos muebles. Las hipótesis <strong>de</strong>l autor se mostraban, en ocasiones,<br />

mediante líneas discontinuas que completaban los monumentos u objetos. Destacan, entre otros, los<br />

trabajos <strong>de</strong> autores como F. Iñiguez, B. Taracena, J. Cabré o P. Bosch Gimpera.<br />

Parale<strong>la</strong>mente, habría también que consi<strong>de</strong>rar el carácter ejemp<strong>la</strong>r <strong>de</strong> ciertas obras en <strong>la</strong> práctica<br />

arqueológica españo<strong>la</strong>. Una <strong>de</strong> el<strong>la</strong>s es <strong>la</strong> Etnología <strong>de</strong> <strong>la</strong> Penínsu<strong>la</strong> Ibérica <strong>de</strong> P. Bosch Gimpera. Gracias<br />

a su notable influencia en <strong>la</strong> época (Corta<strong>de</strong>l<strong>la</strong>, 2003), <strong>la</strong> Etnología habría contribuido a difundir ciertas<br />

pautas, como el dibujo técnico <strong>de</strong> los materiales, monumentos y estratigrafías, aunque <strong>la</strong> obra también<br />

reproducía dibujos sintéticos <strong>de</strong> los que el propio Bosch era, en ocasiones, el autor (Bosch<br />

Gimpera, 1932, 518, fig. 506).<br />

El análisis que supone siempre el dibujo re<strong>de</strong>finió sus formas, adoptando gran número <strong>de</strong> esquemas<br />

proce<strong>de</strong>ntes, en gran parte, <strong>de</strong> <strong>la</strong> Arquitectura. Con ello, en un evi<strong>de</strong>nte <strong>de</strong>seo <strong>de</strong> objetivación, hacía<br />

más técnica su apariencia. A lo <strong>la</strong>rgo <strong>de</strong>l siglo XX el dibujo <strong>de</strong>sempeñó un interesante papel ante los<br />

intentos <strong>de</strong> estructuración y <strong>la</strong> e<strong>la</strong>boración <strong>de</strong> hipótesis y teorías. Completaba, incluso, los objetos,<br />

ilustraba su uso o indicaba <strong>la</strong> posible lectura <strong>de</strong> los epígrafes. También estructuraba los hal<strong>la</strong>zgos en<br />

cuadros evolutivos, diseccionaba los edificios o estructuras en p<strong>la</strong>ntas, alzados y secciones, esquematizaba<br />

los elementos arquitectónicos y <strong>la</strong> cultura material, etc. Mediante los perfiles, <strong>la</strong>s p<strong>la</strong>ntas, secciones<br />

y alzados, el dibujo parecía alcanzar una nueva credibilidad. Una vez que se adoptaron estas pautas,<br />

lo que en España no se produjo <strong>de</strong> forma general hasta mediados <strong>de</strong>l siglo XX, el dibujo había <strong>de</strong>finido<br />

su aparición en <strong>la</strong>s publicaciones y en <strong>la</strong> documentación arqueológica.<br />

Antes que opuestos, los papeles <strong>de</strong> <strong>la</strong> fotografía y el dibujo se <strong>de</strong>finieron como complementarios.<br />

El dibujo ha <strong>de</strong>sempeñado un importante papel al <strong>la</strong>do <strong>de</strong> <strong>la</strong>s teorías expuestas por éste. Sobre <strong>la</strong> realidad<br />

observada el dibujo permite realizar variaciones que indican <strong>la</strong> postura <strong>de</strong>l investigador, su acercamiento.<br />

Interpreta p<strong>la</strong>ntas arquitectónicas hasta p<strong>la</strong>smar su reconstrucción i<strong>de</strong>al, sintetiza <strong>la</strong> evolución<br />

<strong>de</strong> <strong>la</strong> cultura material en tab<strong>la</strong>s tipológicas o cronológicas, etc. Coherente con esto, <strong>la</strong>s primeras estratigrafías<br />

fueron dibujadas y no fotografiadas. La estratigrafía era entonces, antes que prueba <strong>de</strong> <strong>la</strong> sucesión<br />

<strong>de</strong> niveles, esquema <strong>de</strong> <strong>la</strong> interpretación evolutiva <strong>de</strong>l autor. Posteriormente, <strong>la</strong> necesidad <strong>de</strong> introducir<br />

pruebas en el discurso hizo aumentar, creemos, <strong>la</strong> presencia <strong>de</strong> estratigrafías fotografiadas.<br />

Así, pues, po<strong>de</strong>mos afirmar cómo, ciertamente, el arqueólogo parece “pensar” dibujando y “<strong>de</strong>mostrar”<br />

o “argumentar” sus conclusiones, especialmente frente a los otros, mediante <strong>la</strong> fotografía.<br />

Sintomática resulta, en este sentido, <strong>la</strong> frase <strong>de</strong>l fotógrafo francés Henri Cartier-Bresson, quien proc<strong>la</strong>maba<br />

cómo <strong>la</strong> fotografía era <strong>la</strong> acción inmediata, el instante, mientras que el dibujo suponía <strong>la</strong> meditación.<br />

La generalización <strong>de</strong> <strong>la</strong> técnica fotográfica tuvo, como hemos seña<strong>la</strong>do a lo <strong>la</strong>rgo <strong>de</strong> esta monografía,<br />

unas notables consecuencias para el Arte y <strong>la</strong> Arqueología. Hasta ese momento, <strong>la</strong>s discusiones<br />

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