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La fotografía en <strong>la</strong> Arqueología Españo<strong>la</strong><br />

una fotografía” (Petrie, 1904, 68). Ésta era, sin duda, una cualidad inherente que el dibujo poseía respecto<br />

a <strong>la</strong> técnica fotográfica.<br />

Las pautas formales y los mo<strong>de</strong>los <strong>de</strong> representación <strong>de</strong>l dibujo han variado enormemente <strong>de</strong>s<strong>de</strong><br />

el siglo XVIII, <strong>de</strong>s<strong>de</strong> formas y esquemas pintorescos y románticos a mo<strong>de</strong>los heredados <strong>de</strong> una formación<br />

arquitectónica. El dibujo analiza, <strong>de</strong>scribe, constituye un testimonio irremp<strong>la</strong>zable <strong>de</strong> lo que, quizás,<br />

<strong>de</strong>saparecerá con el tiempo. Esta re<strong>la</strong>ción <strong>de</strong>l dibujo con <strong>la</strong> transmisión y memoria <strong>de</strong>l patrimonio<br />

es muy antigua. La evolución <strong>de</strong> <strong>la</strong>s pautas <strong>de</strong> representación mediante el dibujo fue lenta y poco uniforme.<br />

Refleja, sin duda, el estado <strong>de</strong> <strong>la</strong> disciplina arqueológica en cada momento. Sólo en épocas recientes,<br />

a partir <strong>de</strong> los años 60 <strong>de</strong>l siglo XX fundamentalmente, se ha llegado al consenso actual en<br />

cuanto a los cánones <strong>de</strong> representación. Ciertos tipos <strong>de</strong> dibujos han permanecido inalterables a lo <strong>la</strong>rgo<br />

<strong>de</strong> esta evolución. Unido al arqueólogo ha estado siempre el apunte o boceto tomado en el campo,<br />

casi podríamos <strong>de</strong>cir sobre <strong>la</strong> marcha. Su origen está en <strong>la</strong> observación y nace con los propios estudios<br />

arqueológicos. Apuntes y croquis invadieron los libros <strong>de</strong> viajes, cuyas ilustraciones proce<strong>de</strong>n <strong>de</strong> estos<br />

apuntes instantáneos. El consiguiente grabado se convirtió en compañero inseparable <strong>de</strong> <strong>la</strong> narración.<br />

Este tipo <strong>de</strong> dibujo, el efectuado a trazo y a mano alzada, resulta ser, en nuestra opinión, el mayoritario<br />

en <strong>la</strong> arqueología peninsu<strong>la</strong>r durante el período examinado, entre 1860 y 1960.<br />

Con <strong>la</strong>s lógicas incorporaciones <strong>de</strong> otros tipos <strong>de</strong> dibujo, el apunte siguió siendo, no obstante, el<br />

compañero inseparable <strong>de</strong>l arqueólogo, sus primeras reflexiones sobre cualquier tema, el análisis efectuado<br />

in situ. Junto a <strong>la</strong>s notas escritas, constituyen <strong>la</strong> base <strong>de</strong> cualquier estudio. El dibujo a trazo es<br />

mayoritario, también, en <strong>la</strong>s ediciones científicas hasta épocas muy recientes. Gracias a él, el arqueólogo<br />

ha subrayado ciertos aspectos <strong>de</strong> los objetos, escogiendo, seleccionando lo que consi<strong>de</strong>ra más relevante.<br />

El dibujo era, sobre todo, memoria: suponía <strong>la</strong> apropiación <strong>de</strong> los monumentos, paisajes, restos.<br />

Otras circunstancias, como sus menores costes en <strong>la</strong> edición, <strong>de</strong>terminaron también esta prepon<strong>de</strong>rancia.<br />

El croquis posibilitó <strong>la</strong> transmisión <strong>de</strong> localizaciones e informaciones sobre lugares y yacimientos.<br />

Contorneó y dio forma a objetos <strong>de</strong>sconocidos hasta entonces, dibujó por primera vez edificios, etc.<br />

En <strong>la</strong> mayoría <strong>de</strong> <strong>la</strong>s ocasiones, no tenía pretensión <strong>de</strong> exactitud y no incluía esca<strong>la</strong>. Es el tipo <strong>de</strong> dibujo<br />

que hemos <strong>de</strong>nominado “realista” en cuanto que transmite el objeto tal cual se ve, su forma, volumen<br />

y <strong>de</strong>coración, <strong>de</strong>s<strong>de</strong> un único punto <strong>de</strong> vista. Era, en este sentido, sintético, boceto mnemotécnico.<br />

Poco a poco, este tipo <strong>de</strong> dibujo evolucionó hacia otro, “analítico” o técnico, que transmite datos<br />

que requieren una inspección más profunda: secciones, bandas <strong>de</strong>corativas en <strong>de</strong>sarrollo, etc.<br />

El predominio <strong>de</strong>l dibujo a trazo nos lleva a consi<strong>de</strong>rarlo como <strong>la</strong> fuente que ha transmitido, analizado<br />

y estudiado los principales hal<strong>la</strong>zgos <strong>de</strong> <strong>la</strong> Arqueología peninsu<strong>la</strong>r. Los primeros dibujos tuvieron<br />

un carácter i<strong>de</strong>alizado, uniformando contornos, tamaños y lienzos (Olmos, 1999). Poco a poco,<br />

conforme avanzaban <strong>la</strong>s primeras décadas <strong>de</strong>l siglo XX, se avanzó hacia esquemas más diferenciados y<br />

precisos. La representación <strong>de</strong> bienes inmuebles pronto se vio muy influida por el mo<strong>de</strong>lo arquitectónico,<br />

adoptando y reinterpretando sus formas. La <strong>de</strong> bienes muebles u objetos siguió durante más tiempo<br />

bajo los parámetros <strong>de</strong> una representación tradicional, realista y volumétrica. Aunque los primeros<br />

dibujos cerámicos con sección morfológica comenzaron a aparecer hacia 1875-1880 con los trabajos<br />

<strong>de</strong> <strong>la</strong> escue<strong>la</strong> alemana en Samotracia (Conze, Hauser, Niemann, 1875-1880), su generalización en España<br />

no llegó, como veremos, hasta un momento muy avanzado <strong>de</strong>l siglo pasado.<br />

Una <strong>de</strong> <strong>la</strong>s primeras utilizaciones <strong>de</strong>l dibujo fue, sin duda, <strong>la</strong> realización <strong>de</strong> croquis que permitiesen<br />

situar y ubicar los restos arqueológicos. Del croquis <strong>de</strong> <strong>la</strong> zona <strong>de</strong>l hal<strong>la</strong>zgo se fue evolucionando,<br />

pau<strong>la</strong>tinamente, hacia esquemas que recogían aspectos, hoy fundamentales, como <strong>la</strong>s estructuras circundantes,<br />

<strong>la</strong> esca<strong>la</strong>, <strong>la</strong> ubicación exacta <strong>de</strong> <strong>la</strong>s catas y hal<strong>la</strong>zgos, etc. Esta evolución es reflejo <strong>de</strong> los<br />

cambios que estaba experimentando <strong>la</strong> propia disciplina. Un temprano ejemplo <strong>de</strong> esta utilización lo<br />

observamos en <strong>la</strong>s ilustraciones <strong>de</strong> Albertini sobre sus excavaciones en Illici (Alicante) durante agosto<br />

<strong>de</strong> 1905. Un p<strong>la</strong>no <strong>de</strong> <strong>la</strong> zona indicaba dón<strong>de</strong> se realizaron los son<strong>de</strong>os y dón<strong>de</strong> habían aparecido los<br />

restos <strong>de</strong> construcciones. Igualmente intentó situar, gracias a <strong>la</strong>s informaciones que pudo reunir, el lugar<br />

concreto <strong>de</strong>l hal<strong>la</strong>zgo <strong>de</strong> <strong>la</strong> Dama <strong>de</strong> Elche. Sus dibujos no eran –indicaba– exactos: “Los ángulos<br />

se han medido à <strong>la</strong> boussole peigné, y <strong>la</strong>s distancias en gran parte al paso. No tiene ninguna pretensión<br />

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