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Dibujos, mol<strong>de</strong>s y fotografías. El reparto <strong>de</strong> <strong>la</strong> representación gráfica en <strong>la</strong> literatura científica españo<strong>la</strong><br />
<strong>la</strong> rivalidad entre instituciones y países no estuvo ausente. La importancia <strong>de</strong> estos repertorios <strong>de</strong> vaciados<br />
era, a <strong>la</strong> vez, didáctica y simbólica. Los museos <strong>de</strong> antropología y prehistoria comenzaron a presentar<br />
vaciados en lugar <strong>de</strong> los originales, <strong>de</strong>masiado frágiles (VV.AA, 1988, 9). El museo iba adquiriéndolos<br />
a medida que el <strong>de</strong>sarrollo <strong>de</strong> <strong>la</strong>s excavaciones reve<strong>la</strong>ba nuevos hal<strong>la</strong>zgos. En el Louvre, el seguimiento<br />
<strong>de</strong> <strong>la</strong> actualidad arqueológica fue un objetivo prioritario 366 . Así, en 1819 llegaron los vaciados<br />
<strong>de</strong> los mármoles <strong>de</strong>l Partenón, ya en el Museo Británico. Entre 1900 y 1910, el taller <strong>de</strong>l Louvre adquirió<br />
el vaciado <strong>de</strong>l código <strong>de</strong> Hammourabi, <strong>de</strong>scubierto en 1887 (Rionnet, 1996, 7).<br />
Con <strong>la</strong> comparación como principio, el museo <strong>de</strong>bía reflejar <strong>la</strong>s características y cambios <strong>de</strong> cada<br />
época histórica y artística. Reflejo <strong>de</strong> estas i<strong>de</strong>as se creó, en Francia, el Musée d’Esculpture Comparée, con<br />
una finalidad didáctica y nacionalista. Nacido <strong>de</strong> un proyecto <strong>de</strong> Viollet-Le-Duc, fue creado en 1879<br />
con <strong>la</strong> misión principal <strong>de</strong> dar a conocer <strong>la</strong> escultura medieval y <strong>de</strong>spertar el interés por el patrimonio<br />
nacional. Los vaciados <strong>de</strong>bían exponer el arte medieval, reuniendo obras dispersas en un museo enciclopédico,<br />
y mostrar <strong>la</strong> especificidad nacional en re<strong>la</strong>ción con los mo<strong>de</strong>los antiguos (Rionnet, 1996,<br />
108). Uno <strong>de</strong> los museos más interesantes fue el <strong>de</strong> Estrasburgo, impulsado por el arqueólogo A. Michaelis.<br />
La presentación <strong>de</strong> <strong>la</strong>s obras se completaba allí mediante p<strong>la</strong>nos, fotografías, o dibujos sugiriendo<br />
<strong>la</strong>s restituciones 367 (Rionnet, 1996, 107). Las esculturas se montaban sobre zócalos sobre ruedas para<br />
facilitar el estudio y el movimiento. El vaciado se convertía en un objeto <strong>de</strong> estudio. También podía<br />
<strong>de</strong>volver <strong>la</strong> obra a su contexto “original” y experimentar reconstrucciones arqueológicas, como <strong>la</strong>s reconstituciones<br />
realizadas en 1879 sobre <strong>la</strong> victoria <strong>de</strong> Samotracia.<br />
Durante muchos años vaciados, improntas y fotografía se entremezc<strong>la</strong>ron en <strong>la</strong> práctica <strong>de</strong> los investigadores.<br />
Al fotografiar monedas y medal<strong>la</strong>s <strong>de</strong> cobre y oro se acudía a los vaciados <strong>de</strong> yeso para evitar<br />
los reflejos <strong>de</strong> rojos y amarillos (Fawcett, 1995, 70). Igualmente, ante inscripciones realizadas sobre<br />
una superficie redonda o esférica surgía el problema <strong>de</strong> reproducir esa superficie mediante el objetivo<br />
fotográfico. Entonces, se recurría al intermediario <strong>de</strong> <strong>la</strong>s improntas en cera virgen. Retirada con precaución,<br />
<strong>la</strong> impronta se extendía sobre un p<strong>la</strong>no y se fotografiaba. Todo arqueólogo <strong>de</strong>bía estar familiarizado<br />
con estas técnicas (Trutat, 1879, 65).<br />
Ya en el siglo XX, mientras <strong>la</strong>s antigüeda<strong>de</strong>s se convertían en todos los países en patrimonio nacional,<br />
los vaciados sufrieron, sobre todo a partir <strong>de</strong> los años 20, un progresivo <strong>de</strong>sinterés (Lavagne,<br />
Queyrel, 2000, 10). A este cierto <strong>de</strong>sprecio se unió <strong>la</strong> i<strong>de</strong>a <strong>de</strong> que los vaciados podían ser engañosos y<br />
dañar ciertas obras. Poco a poco se fueron apartando, alegando que estos objetos “no eran una obra <strong>de</strong><br />
arte” (Rionnet, 1996, 96). Varias parecen haber sido <strong>la</strong>s causas <strong>de</strong> este <strong>de</strong>sinterés. Al nuevo dominio <strong>de</strong>l<br />
concepto <strong>de</strong> unicidad <strong>de</strong> <strong>la</strong> obra <strong>de</strong> arte, plenamente <strong>de</strong>sarrol<strong>la</strong>do a mediados <strong>de</strong>l XX, se aña<strong>de</strong>n otros<br />
aspectos como su formación mediante <strong>la</strong> adición <strong>de</strong> partes y piezas diferentes. A menudo eran visibles<br />
<strong>la</strong>s líneas <strong>de</strong> unión y <strong>de</strong>bían ser tintados o tratados para imitar los materiales y <strong>la</strong> superficie original. Les<br />
faltaba <strong>la</strong> autenticidad última <strong>de</strong> <strong>la</strong> fotografía (Fawcett, 1995, 74).<br />
Los vaciados estuvieron presentes en el <strong>de</strong>sarrollo <strong>de</strong> los estudios arqueológicos peninsu<strong>la</strong>res. Su<br />
menor presencia, en comparación con otros países, se explica, creemos, por <strong>la</strong>s necesida<strong>de</strong>s inherentes<br />
a <strong>la</strong> formación <strong>de</strong> una colección <strong>de</strong> vaciados. Fundamentalmente se requería un p<strong>la</strong>nteamiento sistemático<br />
<strong>de</strong> adquisición, con fondos <strong>de</strong>stinados a ese fin y con una p<strong>la</strong>nificación <strong>de</strong> <strong>la</strong>s etapas artísticas<br />
que se querían completar. P<strong>la</strong>nificación sistemática y fondos, podríamos seña<strong>la</strong>r, son aspectos que rara<br />
vez encontramos en <strong>la</strong> historia <strong>de</strong> los estudios arqueológicos peninsu<strong>la</strong>res.<br />
Los vaciados fueron consi<strong>de</strong>rados, al igual que en otras partes <strong>de</strong> Europa, como reproducciones<br />
exactas <strong>de</strong> <strong>la</strong> realidad. Instituciones como <strong>la</strong> <strong>Real</strong> <strong>Aca<strong>de</strong>mia</strong> <strong>de</strong> <strong>la</strong> Historia albergan, entre <strong>la</strong>s colecciones<br />
<strong>de</strong>l Gabinete <strong>de</strong> Antigüeda<strong>de</strong>s, numerosos vaciados <strong>de</strong> yeso (Almagro-Gorbea, 1999). De <strong>la</strong> presencia<br />
<strong>de</strong> vaciados en los museos españoles tenemos el temprano testimonio <strong>de</strong> Engel. Durante su misión<br />
en España el investigador francés visitó, entre otros, el Museo <strong>de</strong> Tarragona. Entre <strong>la</strong>s piezas originales<br />
vio “el vaciado <strong>de</strong> un pequeño bajorrelieve, quizás gnóstico, representando un dios asirio (n°9)<br />
366 Impulsada por el Con<strong>de</strong> <strong>de</strong> Forbin, director <strong>de</strong> los Museos <strong>Real</strong>es a partir <strong>de</strong> 1816.<br />
367 Ver SIEBERT (1988) y LOYER (1991).<br />
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