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EL SANTO ABANDONO - AMOR DE LA VERDAD

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de una luz que se apaga, de un vestido que se rompe.»<br />

Practiquémosla sobre todo con las diferencias de carácter, las<br />

contrariedades, humillaciones y los mil pequeños incidentes<br />

en que abunda la vida de comunidad. Sin parecerlo, es un<br />

poderoso medio de morir a sí mismo y de vivir todo para Dios.<br />

Después de haber expuesto con detenimiento la<br />

naturaleza, motivos y el objeto en general del Santo<br />

Abandono, hubiéramos podido dejar al lector el cuidado de<br />

hacer las aplicaciones prácticas. Mas, como las pruebas son<br />

muy diversas, hemos creído hacer una obra útil estudiando las<br />

principales, a fin de poder, según la naturaleza de cada una,<br />

indicar los motivos especiales de paciencia y de sumisión,<br />

resolver algunas dificultades, precisar lo que se refiere a la<br />

oración, a la prudencia y los esfuerzos personales.<br />

Recorreremos sucesivamente las pruebas de orden temporal,<br />

las de orden espiritual en sus vías comunes y las de las vías<br />

místicas.<br />

2. <strong>EL</strong> <strong>ABANDONO</strong> EN <strong>LA</strong>S COSAS TEMPORALES, EN GENERAL<br />

Hay bienes y males temporales: bienes, como la ciencia, la<br />

salud, las riquezas, la prosperidad, los honores; males como la<br />

enfermedad, la pobreza, los infortunios. He aquí las cosas que<br />

el mundo juzga importantes en primer término y de las que<br />

ante todo se preocupa, y por cierto equivocadamente. Las<br />

cosas de aquí abajo se deben apreciar a la luz de la eternidad.<br />

El soberano Bien, el único necesario, es Dios, y por<br />

consiguiente, según enseña Santo Tomás, los bienes<br />

principales supremos para nosotros son la bienaventuranza y<br />

lo que nos la ha hecho merecer. No cabe abuso en estos<br />

bienes, ni pueden tener mal fin. Por esto los santos los piden<br />

de una manera absoluta, conforme a estas palabras del<br />

Salmo:<br />

«Muéstranos tu faz, y seremos salvos», he aquí la<br />

bienaventuranza; «conducidnos por las sendas de vuestros<br />

mandamientos», he aquí el camino que a ella nos conduce. En<br />

cuanto a los bienes temporales, añade el Santo Doctor,<br />

sucede con demasiada frecuencia que se emplean mal y<br />

pueden tener mal resultado: siendo así que la riqueza y los<br />

honores han causado la pérdida de gran número de personas.<br />

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