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EL SANTO ABANDONO - AMOR DE LA VERDAD

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espere en la dirección de la vida, así en lo que mira a lo<br />

espiritual como a lo temporal, que nos determine a cada<br />

acción por vía e inspiración particular; al contrario, induce a<br />

tentar a Dios, a la ilusión y a la negligencia».<br />

Mas, en estas materias tan delicadas, hay que temer las<br />

ilusiones. Se ha de someter nuestra vida mística a un examen<br />

serio, según las reglas del discernimiento de los espíritus. Si<br />

de ellas resulta una más perfecta observancia de nuestros<br />

votos y nuestras Reglas, obediencia a nuestros superiores,<br />

vivir en paz con nuestros hermanos, combatir las tentaciones,<br />

santificar las pruebas, no se puede sospechar ni de su origen<br />

ni del uso que de ellas se hace. Aun en este caso, es<br />

necesario imitar a Santa Teresa: «Lo que con mayor ahínco<br />

deseó siempre fue adquirir las virtudes; y esto mismo es lo<br />

que más dejó encomendado a sus religiosas, acostumbrando<br />

decirles que el alma más humilde y más mortificada sería<br />

también la más espiritual.»<br />

Como es tan difícil ser buen juez en propia causa, será de<br />

todo punto necesario recurrir a un director experimentado. Por<br />

otra parte, ha establecido la Providencia que los hombres<br />

sean gobernados por otros hombres. Nuestro Señor<br />

aparecióse a Saulo y le envió a Ananías. Santa Teresa, Santa<br />

Juana de Chantal, Santa Margarita María tenían el espíritu<br />

muy esclarecido y el juicio muy recto y no dejaban, sin<br />

embargo, de recurrir a su director, o según el caso, a sus<br />

superiores. Hablando Santa Teresa de sí misma, dice «que<br />

jamás reguló su conducta por lo que se le había inspirado en<br />

la oración, y cuando sus confesores la decían que obrase de<br />

otra manera, los obedecía sin la menor repugnancia y les<br />

daba cuenta de cuanto le sucedía... Decíala nuestro Señor<br />

entonces que hacia bien en obedecer, y que El manifestaría la<br />

verdad». Con todo, mostróse irritado contra los que la<br />

impedían hacer oración. De igual modo decía Nuestro Señor a<br />

Santa Margarita María: «En adelante acomodaré mis gracias<br />

al espíritu de la Regla, a la voluntad de tu Superiora, y a tu<br />

debilidad, y ten por sospechoso todo lo que pudiera desviarte<br />

de su exacto cumplimiento. Deseo que la prefieras a todo lo<br />

demás, aun la voluntad de tus superioras a la mía. Cuando<br />

ellas te prohíban lo que yo te hubiera ordenado, déjalas hacer,<br />

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