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EL SANTO ABANDONO - AMOR DE LA VERDAD

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4. <strong>EL</strong> <strong>ABANDONO</strong> EN LOS BIENES NATURALES D<strong>EL</strong> CUERPO Y D<strong>EL</strong><br />

ESPÍRITU<br />

Artículo 1º.- La salud y la enfermedad<br />

Se puede hacer un buen uso de la salud y de la<br />

enfermedad, y se puede abusar de la una y de la otra.<br />

La salud se recomienda suficientemente por sí misma, sin<br />

que sea necesario afirmar que favorece la oración, las<br />

piadosas lecturas, la ocupación no interrumpida con Dios, que<br />

facilita el trabajo manual e intelectual, que hace menos penoso<br />

el cumplimiento de nuestros deberes diarios. Es un precioso<br />

beneficio del cielo del que nunca se hace caso sino después<br />

de haberlo perdido. En tanto que se la posee, no siempre se<br />

pensará en agradecerla a Dios que nos la concede; se<br />

experimentará quizá más dificultad en someter el cuerpo al<br />

espíritu, en no derramarse demasiado en los cuidados de la<br />

vida presente, en vivir tan sólo para la eternidad que no<br />

parece cercana.<br />

«La enfermedad como la salud es un don de Dios. Nos lo<br />

envía para probar nuestra virtud o corregirnos de nuestros<br />

defectos, para mostrarnos nuestra debilidad o para<br />

desengañarnos acerca de nuestro propio juicio, para<br />

desprendernos del amor a las cosas de la tierra y de los<br />

placeres sensuales, para amortiguar el ardor impetuoso y<br />

disminuir las fuerzas de la carne, nuestro mayor enemigo;<br />

para recordarnos que estamos aquí abajo en un lugar de<br />

destierro y que el cielo es nuestra verdadera patria; para<br />

procurarnos, en fin, todas las ventajas que se consiguen con<br />

esta prueba, cuando se acepta con gratitud como un favor<br />

especial.» Bien santificada es, en efecto, «uno de los tiempos<br />

más preciosos de la vida, y con frecuencia, en un día de<br />

enfermedad soportada cual conviene, avanzaremos más en la<br />

virtud, pagaremos más deudas a la justicia divina por nuestros<br />

pecados pasados, atesoraremos más, nos haremos más<br />

agradables a Dios, le procuraremos más gloria que en una<br />

semana o en un mes de salud. Mas si el tiempo de<br />

enfermedad es tiempo precioso para nuestra salvación, son<br />

muy pocos los que lo emplean útilmente, los que hacen<br />

producir a sus enfermedades el valor que merecen». «Por mi<br />

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