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EL SANTO ABANDONO - AMOR DE LA VERDAD

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¿No será, al menos, un motivo de angustia dejar en el<br />

destierro, en los peligros, en la necesidad tal vez, todo lo que<br />

se ha amado después de Dios: su familia, su Comunidad,<br />

seres queridos que habrán puesto su confianza en nosotros?<br />

La bienaventurada Maria Magdalena deja en el mayor<br />

desamparo una Congregación apenas fundada, «pero ella,<br />

que no había sido durante su vida sino el instrumento de la<br />

Providencia, muere sin preocupación por su Comunidad; no<br />

habiendo contado nunca con ningún brazo humano, en sus<br />

últimos momentos tampoco cuenta sino con el Señor». A todos<br />

los que se ha amado según Dios, no se deja de amarlos en el<br />

cielo; lejos de esto, el afecto se hace más intenso y más puro,<br />

y se está mejor situado para velar sobre ellos y para manejar<br />

sus verdaderos intereses. ¿No es Dios el Soberano Dueño de<br />

su suerte? ¿Y quién será tan poderoso cerca de El como un<br />

alma que no ha vivido sino de su amor, en una constante<br />

fidelidad para cumplir su voluntad significada, en un perfecto<br />

abandono a su beneplácito? El mismo nos ha declarado «que<br />

hará la voluntad de los que le temen, y que escuchará sus<br />

ruegos». No hay palabra que más anime que ésta: hagamos la<br />

voluntad de Dios, y El hará la nuestra; hagamos todo lo que El<br />

quiere, que El hará todo lo que nosotros queramos. De ahí es<br />

de donde procede el poder de intercesión de las almas que<br />

viven en una amorosa y perfecta conformidad: ellas nada<br />

niegan a Dios y Dios no les negará nada a ellas. El poder de<br />

su oración en la tierra y en el cielo, estará siempre en relación<br />

con su grado de amor, de obediencia y de abandono; y si Dios<br />

se complace en glorificar algunas almas entre las mejores, no<br />

busquemos en otra parte la causa de su elección.<br />

He aquí por qué Santa Teresa del Niño Jesús es el gran<br />

taumaturgo de nuestros días. Al fin de su vida parece tener<br />

conciencia de su misión, cuyos secretos revela más de una<br />

vez: «Yo quiero pasar mi cielo haciendo bien sobre la tierra.<br />

Después de mi muerte haré caer una lluvia de rosas. Siento<br />

que mi misión va a comenzar, mi misión de hacer amar a Dios<br />

como yo le amo y de manifestar mi pequeño camino a las<br />

almas. «¿Cuál es el pequeño camino que queréis enseñar?»<br />

«Es el camino de la infancia espiritual, es el camino de la<br />

confianza y del completo abandono.» Escuchemos ahora la<br />

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