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EL SANTO ABANDONO - AMOR DE LA VERDAD

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subimos más aprisa y más alto, proviene esto casi siempre de<br />

falta de celo para disponernos y corresponder. Tal es el sentir<br />

de Santa Teresa: «Hay, dice, numerosas almas que llegan a<br />

este estado -al de la quietud, y habla de sus monasterios muy<br />

fervorosos y santamente gobernados-; mas añade la Santa:<br />

son muy contadas las que pasan adelante, y no sé yo quién<br />

tiene la culpa de ello. Con toda seguridad que no depende de<br />

Dios, porque en lo que a El toca, después de haber concedido<br />

un tal preciado favor, no cesa, a mi parecer, de otorgar otros<br />

nuevos, a menos que nuestra infidelidad no detenga su curso..<br />

Grande es mi dolor cuando entre tantas almas que, a lo que<br />

entiendo, llegan hasta ese grado y debieran pasar a otro, veo<br />

un tan corto número que lo hagan, que hasta vergüenza me<br />

da decirlo.»<br />

San Francisco de Sales adopta el parecer de Santa Teresa,<br />

y añade: «Vigilemos, pues, Teótimo sobre el adelantamiento<br />

en el amor que debemos a Dios, porque el amor que nos<br />

profesa no nos ha de faltar jamás.»<br />

Esta doctrina es por demás confortante, mas nos muestra<br />

muy a las claras nuestra responsabilidad. Lejos, pues, de<br />

enorgullecerse por haber llegado a la quietud, debe, por el<br />

contrario, preguntarse con temor por qué no pasa adelante. Y<br />

si parece que apenas avanza, una humilde mirada sobre sí<br />

mismo es siempre provechosa.<br />

Si hemos detenido por culpa nuestra el curso de las<br />

gracias, quitemos sin demora la causa del mal; si la conciencia<br />

en nada nos reprende, adoremos con humilde confianza la<br />

santa voluntad de Dios, redoblemos nuestro celo para<br />

santificar la prueba, y preparar el alma a nuevas gracias<br />

mientras llega la hora de que la Providencia obre en nosotros.<br />

Cuando uno es fiel a esta práctica, podrá parecer estacionario<br />

el grado de oración, pero en realidad la fe resplandecerá con<br />

nuevo brillo, crecerán todas las virtudes, los progresos serán<br />

más notables en el amor, la confianza y el abandono. ¿Qué<br />

más falta? ¿No es este progreso el único esencial y<br />

necesario? He aquí el bien que esperábamos en nuestros<br />

progresos en los caminos místicos. Si no conseguimos este<br />

fin, ¿de qué nos servirá tener una oración más elevada,<br />

aunque fuera llena de luces, de ardores y de transportes? Por<br />

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