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EL SANTO ABANDONO - AMOR DE LA VERDAD

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siempre pequeña.»<br />

Muchos son los caminos que conducen a la humildad.<br />

Confiemos muy particularmente en los abatimientos, según<br />

esta bella expresión de San Bernardo: «La humillación<br />

conduce a la humildad, como la paciencia a la paz y el estudio<br />

a la ciencia.» ¿Queréis apreciar si vuestra humildad es<br />

verdadera? ¿Queréis ver hasta dónde llega, y si avanza o<br />

retrocede? Las humillaciones os lo enseñarán. Bien recibidas,<br />

empujan fuertemente hacia adelante y con frecuencia hacen<br />

realizar notables progresos, y sin ellas jamás se alcanzará la<br />

perfección en la humildad. «¿Deseáis la virtud de la humildad?<br />

-concluye San Bernardo-; no huyáis del camino de la<br />

humillación, porque si no soportáis los abatimientos, no podéis<br />

ser elevados a la humildad.»<br />

Decía San Francisco de Sales que hay dos maneras de<br />

practicar los abatimientos: la una es pasiva y se refiere al<br />

beneplácito divino, y constituye uno de los objetos del<br />

abandono; la otra activa, y entra en la voluntad de Dios<br />

significada. La mayor parte de las personas no quieren sino<br />

ésta, llevando muy a mal la otra; consienten en humillarse, y<br />

no aceptan el ser humilladas; y en esto se equivocan de medio<br />

a medio.<br />

Conviene sin duda humillarse a sí mismo, y hemos de. dar<br />

siempre marcada preferencia a las prácticas más conformes a<br />

nuestra vocación y más contrarias a nuestras inclinaciones.<br />

San Francisco de Sales quería que nadie profiriese de sí<br />

mismo palabras despreciativas que no naciesen del fondo del<br />

corazón, de otra suerte, «este modo de hablar es un refinado<br />

orgullo. Para conseguir la gloria de ser considerado como<br />

humilde, se hace como los remeros que vuelven la espalda al<br />

puerto al cual se dirigen; y con este modo de obrar se camina<br />

sin pensarlo a velas desplegadas por el mar de la vanidad».<br />

Recurramos, pues, más a las obras que a las palabras para<br />

abatirnos. La mejor humillación activa en nuestros claustros<br />

será siempre la leal dependencia de la Regla, de nuestros<br />

superiores y aun de nuestros hermanos. Nadie ignora que los<br />

doce grados de humildad, según nuestro Padre San Benito, se<br />

fundan casi exclusivamente en la obediencia, y es también de<br />

esta virtud de la que San Francisco de Sales hace derivar la<br />

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