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EL SANTO ABANDONO - AMOR DE LA VERDAD

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agradar a Dios, nada nos podrá turbar.<br />

«Mientras estemos en esta vida -dice el P. de Caussade-,<br />

no podemos menos de encontrarnos con muchas<br />

imperfecciones y miserias. ¿Deseáis un remedio eficaz para<br />

curarlas...?, detestad desde luego los pecados que son la<br />

fuente de todas ellas, amad o aceptad por lo menos sus<br />

consecuencias, es decir, la abyección y el desprecio que de<br />

ellas resulta, y todo sin turbaros, sin disgusto, ni inquietud, ni<br />

desánimo. Tened presente que Dios, sin querer el pecado,<br />

hace de él instrumento muy útil para conservarnos en la<br />

humildad... Y este conocimiento más claro cada vez de su<br />

nada, es el que aumenta la humildad en los santos, mas esta<br />

humildad según Dios es siempre alegre y tranquila. Estáis<br />

vivamente penetrados de vuestras faltas y de vuestros<br />

defectos; esto sólo sucede a medida que Dios se acerca a<br />

nosotros, y que nosotros andamos en la luz. Brillando con<br />

mayor intensidad, esta divina luz nos hace distinguir mejor<br />

dentro de nosotros un abismo de miseria y de corrupción, y<br />

ese conocimiento es una de las señales más inequívocas de<br />

progreso en los caminos de Dios.» Tal conocimiento nos turba<br />

quizá mostrándonos muy a las claras nuestra pobreza, siendo<br />

así que por esto mismo debiera de consolarnos y llevarnos al<br />

agradecimiento.<br />

¿Se trata del adelantamiento en las virtudes? Hablemos<br />

así a Dios: No deseo sino agradaros; deseo el don de oración,<br />

el espíritu de mortificación, todas las virtudes, y os las pido<br />

con instancia, y me propongo trabajar sin descanso en su<br />

adquisición. Sin embargo, vuestra adorable voluntad será<br />

constantemente la regla de mis deseos, aun de los más<br />

legítimos y santos. Anhelo mi santificación en cuanto Vos lo<br />

deseáis de mí, pero solamente en la medida, forma y tiempo<br />

que os convenga. Infinitamente sabio y bueno. Dios no puede<br />

desechar los deseos de progresar que El mismo nos ha<br />

inspirado, sino que los acoge; mas para sustraer a los peligros<br />

del orgullo nuestros progresos, la paciencia, la humildad, el<br />

amor, el abandono y demás frutos de la gracia, sabe ocultarlos<br />

tan bien, que a las veces no podemos menos de llorar la<br />

presunta ausencia de toda la virtud. Todo esto se lo habíamos<br />

de agradecer, tanto más cuanto que no hay un solo don tan<br />

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