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EL SANTO ABANDONO - AMOR DE LA VERDAD

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Epicuro no piensa sino en la voluptuosidad; Hipócrates, en la<br />

salud; mi Maestro me predica el desprecio de la una y de la<br />

otra y me enseña a perder, si es necesario, la vida del cuerpo<br />

para salvar la del alma, y con esta palabra condena la<br />

prudencia de la carne que se deja llevar hacia la<br />

voluptuosidad, o que busca la salud más de lo necesario.<br />

Santa Teresa compadece amablemente a las personas<br />

preocupadas con exceso de su salud, que pudiendo asistir al<br />

coro sin peligro de ponerse más enfermas, dejan de hacerlo<br />

«un día porque les duele la cabeza, otro porque les dolió, y<br />

dos o tres días más por temor de que les duela». La santa<br />

misma no evitó siempre este escollo, según lo declara en su<br />

Vida: «Que no nos matarán estos negros cuerpos que tan<br />

concertadamente se quieren llevar para desconcertar el alma;<br />

y el demonio ayuda mucho a hacerlos inhábiles. Cuando ve un<br />

poco de temor no quiere él más para hacernos entender que<br />

todo nos ha de matar y quitar la salud; hasta en tener lágrimas<br />

nos hace temer de cegar. He pasado por esto y por eso lo sé;<br />

y yo no sé qué mejor vista o salud podemos desear que<br />

perderla por tal causa. Como soy tan enferma, hasta que me<br />

determiné en no hacer caso del cuerpo ni de la salud, siempre<br />

estuve atada sin valer nada; y ahora tengo bien poco. Mas<br />

como quiso que entendiese este ardid del demonio, y como<br />

me ponía delante el perder la salud, decía yo: "poco va en que<br />

me muera... ¡Sí! ¡El descanso! ... No he menester descanso,<br />

sino cruz". Ansí otras cosas. Vi claro que en muy muchas,<br />

aunque yo de hecho soy harto enferma, que era tentación del<br />

demonio o flojedad mía, que después que no estoy tan mirada<br />

y regalada tengo mucha más salud».<br />

Bien persuadidos de que la santidad es el fin y la salud un<br />

medio accesorio, opongamos a todos los artificios del enemigo<br />

la valiente respuesta de Gemma Galgani: «Primero el alma,<br />

después el cuerpo»; y no olvidemos este importante aviso de<br />

San Alfonso: «Temed que, tomando muy a pecho el cuidado<br />

de vuestra salud corporal, pongáis en peligro la salud de<br />

vuestra alma, o por lo menos la obra de vuestra santificación.<br />

Pensad que si los santos hubieran como vos cuidado tanto de<br />

su salud, jamás se hubieran santificado.»<br />

Cuando la enfermedad, la debilidad, los achaques nos<br />

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