07.05.2013 Views

EL SANTO ABANDONO - AMOR DE LA VERDAD

EL SANTO ABANDONO - AMOR DE LA VERDAD

EL SANTO ABANDONO - AMOR DE LA VERDAD

SHOW MORE
SHOW LESS

You also want an ePaper? Increase the reach of your titles

YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.

hará completa justicia, e importábale poco entretanto el ser<br />

censurado de los hombres, con tal de agradar a su amado<br />

Maestro. Ni siquiera quería se tomase su defensa: «¿Os he<br />

dado el encargo de incomodaros por mí? Dejad que hablen,<br />

pues no es sino una cruz de palabras, una tribulación de<br />

viento, y es posible también que mis detractores vean mis<br />

defectos mejor que los que me aman, siendo de esta manera,<br />

más que enemigos, nuestros amigos, puesto que cooperan a<br />

la destrucción del amor propio.» En una palabra, indiferente a<br />

las alabanzas y a los desprecios, se abandonaba en manos de<br />

la Providencia, dispuesto a cumplir su obligación con buena o<br />

mala fama, y no deseando otra reputación, sino la que Dios<br />

juzgara conveniente que disfrutara para los intereses de su<br />

servicio.<br />

Aun en ocasiones en que podían rechazar la calumnia y<br />

que hasta parecía imponérselo el deber, los santos han<br />

preferido casi siempre guardar silencio, a ejemplo de Nuestro<br />

Señor durante la Pasión, dejando a la divina justicia el cuidado<br />

de justificarlos si lo juzgaba conveniente. San Gerardo de<br />

Mayella, entre otros muchos, nos ofrece de ello un memorable<br />

ejemplo. «Una infame le acusó de un crimen horrible. Inquieto<br />

y turbado, San Alfonso llamó al acusado, le manifestó la<br />

denuncia y le preguntó qué alegaba en contra. Impasible como<br />

el mármol, Gerardo no articuló palabra. Alfonso le privó de la<br />

comunión y de toda relación con los de fuera, y el hermano,<br />

sin embargo, no se permitió la menor murmuración.<br />

Convencidos de su inocencia, los Padres le instaban a que se<br />

justificara: "Hay un Dios -decía- y a El le corresponde<br />

ocuparse de eso". Y aconsejado de que para aliviar su martirio<br />

pidiese al menos poder comulgar, respondió: "No; muramos<br />

bajo el peso de la divina voluntad". Cincuenta días después,<br />

satisfecho de haber obrado con Gerardo como con su divino<br />

Hijo, "el oprobio de las gentes", declaró su inocencia. La infeliz<br />

que le había acusado retractó su calumnia, declarando haber<br />

obrado por inspiración del demonio. El verse declarado<br />

inocente no impresionó más a Gerardo que la acusación, y<br />

como San Alfonso le preguntase por qué había rehusado<br />

disculparse, le respondió de manera sublime diciendo: "Padre<br />

mío, ¿no es prescripción de la Regla no excusarse jamás, sino<br />

170

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!