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EL SANTO ABANDONO - AMOR DE LA VERDAD

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de la gloria. La una pasa luchando en la prueba, la otra triunfa<br />

en la felicidad; mas en realidad, es una sola y misma vida<br />

sobrenatural y divina la que comienza aquí abajo y se<br />

consuma en el cielo. Por otra parte, la vida de la gracia es la<br />

condición indispensable de la vida de la gloria. y es la que<br />

determina su medida. En consecuencia, hemos de desear<br />

tanto la una como la otra. Dios quiere ante todo que aspiremos<br />

a ellas como a fin supremo de la existencia, ya que trabaja<br />

exclusivamente por hacérnoslas alcanzar, y el demonio por<br />

hacérnoslas perder. Las almas que plenamente han entendido<br />

la importancia de su destino, no tienen otro objetivo en medio<br />

de los trabajos y vicisitudes de esta vida, que conservar la vida<br />

de la gracia tan preciosa y tan disputada, y de llevarla a su<br />

perfecto desenvolvimiento. Tocante, pues, a la esencia de esta<br />

vida, no hay lugar al santo abandono, por ser la voluntad<br />

claramente significada que las almas «tengan la vida y que la<br />

tengan en abundancia».<br />

Pero el abandono hallará su puesto en lo que concierne al<br />

grado de la gracia, y por ende al grado de las virtudes y al<br />

grado de la gloria eterna; pues, según el Concilio de Trento,<br />

«recibimos la justicia en nosotros en la medida que place al<br />

Espíritu Santo otorgárnosla, y en la proporción que cada uno<br />

coopera a ella». La gracia, las virtudes y la gloria dependen,<br />

por tanto, de Dios que da como El quiere, y del hombre en<br />

cuanto que se prepara y corresponde.<br />

Puesto que todo esto depende de la generosidad<br />

individual, es preciso orar, orar más, orar mejor, corresponder<br />

a la acción divina con ánimo y perseverancia, no omitir<br />

esfuerzo alguno para no quedar por debajo del grado de virtud<br />

y de gloria que la Providencia nos ha destinado. ¿Cuál es la<br />

causa de que no seamos más santos? ¿Quién tiene la culpa<br />

de que tan sólo vegetemos como plantas marchitas, en lugar<br />

de tener sobreabundancia de vida espiritual? La gracia afluye<br />

a las almas generosas, se nos prodiga en el claustro, y más<br />

aún se nos prodigaría y frutos más copiosos produciría si<br />

supiéramos obtenerla mejor por la oración y no contrariaría<br />

por nuestras infidelidades. No, no es la gracia la que nos falta,<br />

nosotros somos los que faltamos a la gracia. No acusemos a<br />

Dios de paliar nuestra negligencia, pues tenemos muy<br />

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