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EL SANTO ABANDONO - AMOR DE LA VERDAD

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interiores debo portarme como un niño a quien su madre hiere<br />

para curarle. Grita cuando ésta le causa mucho dolor, pero<br />

esto no impide que se recline sobre el seno materno, y recibe<br />

con sumo placer las caricias de la que momentos antes le<br />

hacía llorar. Luego, con un tierno y afectuoso beso de una<br />

parte y otra, se secan estas lágrimas. Tal debo hacer yo con el<br />

Padre que está en los cielos.»<br />

Pero, ¿qué es de la humildad en este trato tan íntimo y<br />

confiado? Tan pronto da el alma libre curso a su ternura como,<br />

confusa de su atrevimiento, adora profundamente al Dios de<br />

su amor, hácele mil protestas de humildad y amorosa sumisión<br />

y se abisma en el sentimiento de su miseria y ruindad. El<br />

bondadoso Maestro, por su parte, la invita a ello por su gracia,<br />

y si es necesario le coloca en este estado mediante las<br />

humillaciones; siempre, aun cuando la levanta, vela por la<br />

humildad. «Señor, ¿que es lo que tanto os atrae hacia mí?,<br />

decía esta misma alma.» «Es tu inmensa miseria», le<br />

respondió Jesús; «y mi amor para ti es tal que tus infidelidades<br />

no pueden impedirme el que te colme de mis caricias». Dios<br />

sabe elevar y abatir alternativamente, de manera que la<br />

confianza y la humildad crezcan juntas y se presten mutuo<br />

apoyo. Así es como para Santa Teresa del Niño Jesús fue la<br />

humildad una de las fuentes, y no la menor, de la confianza en<br />

Dios. Lo hemos hecho ya notar; buscaba su camino para<br />

llegar a la santidad y lo encontró en estas palabras de la divina<br />

Sabiduría: «Si alguno es pequeñito, venga a Mí». Esto fue un<br />

rayo de luz; se hace pequeñita en el sentimiento de su<br />

debilidad y de su nada; permanece pequeñita, y su ambición<br />

consistirá en ser olvidada y pasar inadvertida. Y pequeñita<br />

como un niño, amará como niño, obedecerá como niño,<br />

esparcirá flores como un niño, es decir, hará todos los<br />

sacrificios pequeños que puede hacer un niño. Mas, en<br />

retorno, será amada como un niño, y los brazos de Jesús<br />

serán el ascensor que la elevará hacia la perfección.<br />

Desgraciadamente tendrá sus faltas, pues los niños caen<br />

algunas veces, pero llorando vienen a echarse en brazos de<br />

su madre, y son perdonados y consolados. Así lo hará ella. Ha<br />

sido pura entre los santos más puros; pero aun cuando<br />

hubiera cometido todos los pecados del mundo, imitaría a<br />

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