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EL SANTO ABANDONO - AMOR DE LA VERDAD

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impone forman la trama de nuestra vida espiritual, el fondo<br />

sobre el que el santo abandono viene a aplicar la riqueza y<br />

variedad de sus bordados. Además esta amorosa y filial<br />

conformidad no impide la iniciativa para la práctica de las<br />

virtudes: las Reglas y la Providencia le ofrecen de suyo cada<br />

día mil ocasiones; y, ¿quién nos impide provocar otras<br />

muchas, sobre todo en nuestro trato íntimo con Dios? A la<br />

verdad que no somos sobradamente ricos para desdeñar este<br />

medio de subir de virtud en virtud: el salario de nuestra tarea<br />

ordinaria, por opulento que se le suponga, no debe hacernos<br />

despreciar el magnífico acrecentamiento de beneficios que<br />

puede merecernos dicha actitud.<br />

Henos así bien lejos de una pura pasividad, en que Dios lo<br />

haría todo y el alma se limitaría a recibir. En otra parte diremos<br />

que esta pasividad se encuentra en diverso grado en las vías<br />

místicas, en cuyo caso es preciso secundar la acción divina y<br />

guardarse de ir en contra. Pero aun en estos caminos místicos<br />

la mera pasividad es excepción muy rara. Por poco que se<br />

haya entendido la economía del plan divino y por poca<br />

experiencia que se tenga de las almas, se ha de convenir en<br />

que el abandono no es una espera ociosa, ni un olvido de la<br />

prudencia, ni una perezosa inercia. El alma conserva en él<br />

plena actividad para cuanto se refiere a la voluntad de Dios<br />

significada; y en cuanto a los acontecimientos que dependen<br />

del divino beneplácito, prevé todo cuanto puede prever, hace<br />

cuanto de ella depende. Mas, en los cuidados que ella toma,<br />

confórmase con la voluntad de Dios, se adapta a los<br />

movimientos de la gracia, obra bajo la dependencia y sumisión<br />

a la Providencia. Siendo Dios dueño de conceder el éxito o de<br />

rehusarlo, el alma acepta previa y amorosamente cuanto El<br />

decida, y por lo mismo se mantiene gozosa y tranquila antes y<br />

después del suceso. Fuera, pues, la indolente pasividad de los<br />

quietistas, que desdeña los esfuerzos metódicos, aminora el<br />

espíritu de iniciativa y debilita la santa energía del alma.<br />

Los quietistas pretenden apoyarse en San Francisco de<br />

Sales, pero falsamente. Preciso fuera para eso, entrecortar<br />

acá y allá en los escritos del piadoso Doctor palabras y frases,<br />

aislarlas del contexto y alterar su sentido.<br />

No podemos citarlo íntegramente. Nos compara a la<br />

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