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EL SANTO ABANDONO - AMOR DE LA VERDAD

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Si El nos ha distribuido con largueza sus bienes, nos es<br />

necesario guardar «el precepto del Apóstol a los ricos de este<br />

mundo, es decir, evitar el engreírnos en nuestros<br />

pensamientos, y poner nuestra confianza en nuestras inciertas<br />

riquezas, hacer limosna con alegría, gustar de hacer a otros<br />

partícipes de nuestros bienes, acumular tesoros de santas<br />

obras, y de esta manera establecer un sólido fundamento para<br />

el porvenir, a fin de llegar a la vida eterna». Esforcémonos<br />

entre tanto, según el consejo de San Francisco de Sales, «por<br />

armonizar en nuestros afecto la riqueza y la pobreza, teniendo<br />

a la vez un gran cuidado y un desprecio de las cosas<br />

temporales», cuidado mayor aún que el de los mundanos por<br />

sus bienes, porque ellos no trabajan sino por sus intereses y<br />

nosotros para Dios; cuidado dulce, pacífico y tranquilo, como<br />

el sentimiento del deber de donde procede. «Dios quiere en<br />

efecto que obremos así por su amor.» Juntemos a esto el<br />

desprecio de las riquezas, «a fin de impedir que aquel cuidado<br />

se convierta en avaricia»; vigilemos para no desear con<br />

inquietud los bienes que aún no poseemos y para no<br />

aficionarnos a los que ya poseemos, hasta el punto de temer<br />

vivamente perderlos; y si nos acontece llegar a perderlos, no<br />

apenarnos con exceso: «Pues nada manifiesta tanto el afecto<br />

a la cosa perdida como el afligirse cuando se pierde.»<br />

«Cuando se presentaren inconvenientes que nos<br />

empobrezcan en poco o en mucho, como sucede en las<br />

tempestades, los incendios, las inundaciones, la sequía, los<br />

robos, los procesos, entonces es la verdadera ocasión de<br />

practicar la pobreza, recibiendo con dulzura esta disminución<br />

de los bienes y acomodándonos paciente y constantemente a<br />

este empobrecimiento. Por muy rico que sea uno, ocurre con<br />

frecuencia padecer necesidad de alguna cosa. Aprovechad,<br />

Filotea, estas ocasiones, aceptadlas con ánimo varonil,<br />

sufridlas alegremente.» «Si, pues, os veis privados de<br />

remedios en vuestras enfermedades o de fuego durante el<br />

invierno, o también de alimento o de vestido, decid: Dios mío,<br />

Vos me bastáis, y conservaos en paz.»<br />

«Si realmente sois pobre, muy amada Filotea, sedlo<br />

además de espíritu, haced de la necesidad virtud, y emplead<br />

esta piedra preciosa de la pobreza para lo que vale. Su brillo<br />

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