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EL SANTO ABANDONO - AMOR DE LA VERDAD

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lucha con la resolución de no desanimarse jamás. Lo rudo de<br />

los ataques hará crecer la fatiga y el peligro, pero, con la<br />

ayuda de Dios, dará lugar a más victorias, santidad, méritos y<br />

recompensas.<br />

Mientras que el Médico celestial nos prodiga las lancetadas<br />

y las píldoras amargas, mirémonos, no en el engañoso espejo<br />

del amor propio, sino en el espejo fiel de la verdad, pero sin<br />

perder de vista nuestras miserias. Entonces nos humillaremos<br />

sin esfuerzo bajo la poderosa mano de Dios, y lejos de<br />

recriminar su justicia y su amor, reconoceremos que aún nos<br />

perdona, y que es muy misericordioso hasta en sus rigores.<br />

Establezcámonos sobre todo en la santa indiferencia. «Que<br />

el navío se incline al levante o poniente, al mediodía o<br />

septentrión, sea cual fuere el viento que le empuje, nunca su<br />

aguja dejará de mirar a su hermosa estrella norte y del polo.<br />

De igual modo, aunque todo se revuelva de arriba abajo en<br />

derredor de nosotros, y aun en nuestro interior, esto es, que<br />

nuestra alma esté triste o alegre, entre dulzuras o amarguras,<br />

o en tranquilidad o en guerra, en claridad o en tinieblas, en<br />

tentaciones, gusto o disgustos, en sequedad o en ternura, que<br />

el sol la abrase o el rocío la refresque, siempre la cumbre del<br />

corazón y del espíritu, esto es, nuestra voluntad superior que<br />

es nuestra brújula, ha de mirar sin cesar y se ha de dirigir<br />

perpetuamente al amor de Dios.» La parte inferior de nuestra<br />

alma quizá se halle en la inquietud y agitación, mas la<br />

voluntad ha de permanecer tranquila en medio de la borrasca,<br />

vuelta hacia Dios y no buscando otra cosa que a El, sin que<br />

nada pueda jamás separarnos de su amor: ni la tribulación, ni<br />

la angustia, ni el dolor presente, ni el temor a los males<br />

futuros. Amar a Dios y hacer su santísima voluntad, ¿no es lo<br />

esencial y nuestro mismo fin? Todo lo demás no es sino el<br />

medio de conseguirlo, lo mismo los consuelos que las<br />

aflicciones, la paz como el combate, la luz como las tinieblas.<br />

¿Qué camino será el mejor para nosotros? Lo ignoramos; Dios<br />

lo sabe y nos ama; dejémosle, pues, disponer de nosotros<br />

como vea que nos conviene, que nuestra suerte mejor está en<br />

sus manos que no en las nuestras. Por otra parte, no nos<br />

dejará la elección, sino que dispone como dueño y soberano;<br />

por tanto, prestémonos de buena gana a su acción: El es<br />

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