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EL SANTO ABANDONO - AMOR DE LA VERDAD

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frutos. Si nuestro Señor nos ha dado el precepto y el ejemplo,<br />

si nos intima sus amenazas y sus promesas, si nos prodiga<br />

sus gracias exteriores e interiores, es tan sólo para hacernos<br />

practicar la virtud, que huyamos del pecado y consigamos la<br />

vida eterna. Porque la práctica de las virtudes es el único<br />

camino de salvación y de perfección para los adultos, es<br />

también el fin próximo de la vida espiritual, es un ejercicio<br />

esencial, que unas veces es obligatorio y otras voluntario, es,<br />

en fin, la tarea que Dios asigna a nuestra actividad y ha de ser<br />

también el trabajo de toda la vida, pues las virtudes son<br />

numerosas, complejas e indefinidamente perfectibles.<br />

Como la práctica de las virtudes pertenece, dice Bossuet,<br />

«a la voluntad significada, es decir, al expreso mandamiento<br />

de Dios, no hay en ella abandono ni indiferencia que practicar,<br />

y sería impiedad abandonarse a no adquirir virtudes o estar<br />

indiferente para tenerlas». Y San Francisco de Sales se<br />

expresa en idénticos términos: «Dios nos ha ordenado -dice-<br />

hacer cuanto podamos por adquirir las virtudes; así es que no<br />

olvidemos nada a fin de salir bien en esta santa empresa»; y<br />

añade en otra parte que podemos desearías y pedirlas, y<br />

hasta es más, lo debemos hacer de un modo absoluto y sin<br />

condición alguna.<br />

Puesto que la práctica de las virtudes pertenece a la<br />

voluntad de Dios significada, debemos consagramos a ellas<br />

según los principios de la ascética cristiana, con la gracia<br />

desde luego, mas por propia determinación y sin esperar a<br />

que Dios, mediante las disposiciones de su Providencia, nos<br />

coloque en condiciones de hacerlo y nos declare de nuevo su<br />

voluntad, puesto que nos es ya suficientemente conocida, y<br />

esto basta. Labor nuestra es suscitar las ocasiones y utilizar<br />

las que nos ofrecen nuestras santas Reglas y los<br />

acontecimientos, pudiendo, además, multiplicar los actos de<br />

virtud sin ocasiones exteriores. No hay, pues, lugar al<br />

abandono en cuanto a la esencia de esta práctica, pero tendrá<br />

lugar en muchas cosas, como el grado, la manera y ciertos<br />

medios.<br />

1º.- El grado de virtud. «Este depende a la vez -dice el P. le<br />

Gaudier- del hombre y de la gracia. Podemos, pues, y hasta<br />

debemos hacer los mayores esfuerzos para aumentarlo sin<br />

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