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EL SANTO ABANDONO - AMOR DE LA VERDAD

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equiere la cura? Esperaré a que él quiera lo que juzgare<br />

conveniente y no me aplicaré sino a mirarle, a darle a conocer<br />

mi amor filial e ilimitada confianza. ¿No testimonió esta hija un<br />

amor más firme hacia su padre que si hubiera andado<br />

pidiéndole remedios para su dolencia o que se hubiera<br />

entretenido en mirar cómo le abría las venas y corría la<br />

sangre?»<br />

¿Quién no conoce la célebre máxima: «Nada desear, nada<br />

pedir, nada rehusar»? San Francisco de Sales, cuya es la<br />

fórmula, declara expresamente que ella no se refiere a la<br />

práctica de las virtudes; y personalmente la aplica con<br />

especial insistencia a los cargos y empleos de la Comunidad,<br />

sin dejar de proponerla también para el tiempo de<br />

enfermedad, de consolación, de aflicción, de contrariedad, en<br />

una palabra, para todas las cosas de la tierra y todas las<br />

disposiciones de la Providencia, «sea por lo que mira al<br />

exterior, sea por lo que respecta al interior. Siente un<br />

extremado deseo de grabarla en las almas, por considerarla<br />

de excepcional importancia».<br />

Preguntaron al Santo Doctor si no podía uno desear los<br />

«empleos humildes» movidos por la generosidad. «No,<br />

respondió el Santo; por causa de humildad.» «Hijas mías, este<br />

deseo no implica nada de malo, sin embargo, es muy<br />

sospechoso y pudiera ser un pensamiento puramente<br />

humano. En efecto, ¿qué sabéis vosotras si habiendo<br />

anhelado estos empleos bajos, tendréis el valor de aceptar las<br />

humillaciones, las abyecciones y las amarguras con que<br />

habéis de topar en ellos y si lo tendréis siempre? Hay que<br />

considerar, por tanto, el deseo de cualquier género de cargos,<br />

bajos u honrosos, como una verdadera tentación; y lo mejor<br />

será no desear nunca nada, sino vivir siempre dispuesto a<br />

hacer cuanto de nosotros exigiere la obediencia.»<br />

En resumen, para cuanto se refiere al beneplácito de Dios,<br />

en tanto su voluntad no parezca absoluta e irrevocable,<br />

podemos formular deseos y peticiones, por más que a ello no<br />

estemos obligados, y aún es más perfecto entregarse en todo<br />

esto a la Providencia. Existen, sin embargo, casos en que<br />

sería obligatorio solicitar el fin de una prueba, por ejemplo, si<br />

para ello se recibe la orden del superior. Si viera uno que<br />

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