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EL SANTO ABANDONO - AMOR DE LA VERDAD

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sabrosa, como de la contemplación árida y purificadora, según<br />

el efecto de gracia que quiere producir en nosotros.<br />

¿Propónese despegar al alma de la tierra y atraerla<br />

fuertemente a sí? Derramará entonces la luz y el amor a<br />

torrentes, y el alma, sumergida en Dios, cuya presencia y<br />

acción siente deliciosamente, inflamada de los santos ardores<br />

de la unión de amor, un Dios tan grande y tan santo para con<br />

su vil criatura, quédase en silencio y contempla con profunda<br />

mirada, en que se dibujan el asombro, la alegría, el amor que<br />

la cautivan; goza de Dios en una unión rebosante de paz y de<br />

dulzura cual otro San Juan descansando sobre el pecho de su<br />

adorable Maestro. Ama con todo su corazón sin manifestar su<br />

amor, pues es el silencio el que habla más alto todavía, y su<br />

alma se revela toda entera por el fuego de sus ojos, por sus<br />

lágrimas, su actitud, las disposiciones de su corazón, la<br />

inmovilidad, consecuencia de su recogimiento. O bien, si el<br />

movimiento de la gracia la atrae, expansiónase en amorosos<br />

coloquios, en efusiones de ternura sin violencia ni arrebatos, y<br />

en la más deliciosa intimidad. A veces el amor y la alegría<br />

llegan a tal exceso, que el alma no puede contenerlos; loca<br />

entonces de amor y de dicha, en una santa embriaguez de<br />

Dios, estalla en piadosos transportes, se abandona a los<br />

entusiasmos de su ternura, a la impetuosidad de su corazón;<br />

se desborda en verdaderas olas de ardorosos sentimientos,<br />

de palabras delirantes, de santas locuras, pero siempre trata<br />

de ocultar el secreto del Rey a cualquier mirada indiscreta.<br />

Porque Dios no se baja una sola vez y como de paso a<br />

nuestra pequeñez y nos eleva a sus divinas privanzas, sino<br />

que repetidas veces y largo tiempo toma a esta alma en sus<br />

brazos, la acaricia sentada sobre sus rodillas, la estrecha<br />

contra su corazón como al hijo de su amor.<br />

¿Tiene necesidad esta alma de muchos argumentos para<br />

convencerse de que ama y es aún más amada, y de que Dios<br />

es infinitamente bueno y quiere para ella todo lo bueno? ¿No<br />

ha comprendido la ternura de esos abrazos? Ahora conoce<br />

por una dulce experiencia el corazón de su Padre tan tierno,<br />

de su Esposo adorado, y a El se confía sin dificultad y sin<br />

esfuerzo; le abandona todo cuanto tiene de más querido: su<br />

vida, su muerte y su eternidad; le suplica se apodere de su<br />

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