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EL SANTO ABANDONO - AMOR DE LA VERDAD

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la simplicidad de un niño, esta confianza honra a Dios, con tal<br />

de que vaya unida a la sumisión. Pero es mucho más<br />

necesario para ponerse enteramente en manos de Dios,<br />

conservarse en una expectación tranquila y resignarse de<br />

antemano a todo lo que le plazca. Es al mismo tiempo una<br />

prudencia superior, una generosidad más perfecta, todo lo<br />

cual necesariamente ha de conmover profundamente el<br />

corazón de nuestro Padre Celestial.<br />

12. <strong>LA</strong>S TINIEB<strong>LA</strong>S, <strong>LA</strong> INSENSIBILIDAD, ETC.<br />

Parécenos haber dicho lo bastante respecto a las penas<br />

interiores, pero comoquiera que vienen a constituir la más<br />

pesada de las pruebas, nunca se estará sobradamente<br />

armado para aguantar el choque. Aun a riesgo de repetirnos,<br />

vamos a considerar con brevedad sus formas más dolorosas:<br />

las tinieblas del espíritu, la insensibilidad del corazón, la<br />

impotencia de la voluntad, y como consecuencia, la pobreza<br />

espiritual.<br />

Provienen a veces estas penas del agotamiento físico, y el<br />

remedio será entonces proporcionar al cuerpo algo más de<br />

vigor. También pueden tener por causa la tibieza de la<br />

voluntad y el hábito del pecado. Estos dos azotes tienen el<br />

triste secreto de robar progresivamente la luz, la delicadeza, la<br />

fuerza y la abundancia, y de conducir a la ceguera, al<br />

endurecimiento, al entorpecimiento y a la miseria. Mas en este<br />

caso, es la voluntad lo que se ha desviado: sin energía ya<br />

para cumplir el deber, ha dejado a la negligencia mezclarse en<br />

todo, lo mismo en las oraciones que en el trabajo interior y que<br />

en las obligaciones diarias, todo lo ha estragado la pereza.<br />

¡Que el tibio y el pecador sacudan sin dilación este<br />

entorpecimiento de muerte y se apresuren a volver al fervor! :<br />

es todo lo que hemos de decirles. - Empero, las penas de que<br />

hablamos pueden ser involuntarias. El alma continúa siendo<br />

realmente generosa, y como no se siente movida por la<br />

devoción sensible, parécele hallarse sin fuerzas y sin vida, y<br />

no experimenta la impresión de hallar a Dios y gozar de su<br />

dulce presencia en la medida de sus deseos. Con todo, le<br />

busca lo mejor que puede, hace lo que está de su parte en la<br />

oración y fuera de ella, cueste lo que cueste y sin dejarse<br />

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