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EL SANTO ABANDONO - AMOR DE LA VERDAD

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merecida esta reflexión de San Francisco de Sales: «Jesús, el<br />

Amado de nuestras almas, viene a nosotros y halla nuestros<br />

corazones llenos de deseos, de afectos y de pequeños gustos.<br />

No es esto lo que El busca, sino que querría hallarlos vacíos<br />

para hacerse dueño y guía suyo. Verdad es que nos hemos<br />

apartado del pecado mortal y de todo afecto pecaminoso, pero<br />

los pliegues de nuestro corazón están llenos de mil bagatelas<br />

que le atan las manos, y le impiden distribuimos las gracias<br />

que nos quiere otorgar. Hagamos, pues, lo que de nosotros<br />

depende, y abandonémonos a la divina Providencia.»<br />

A pesar de todo, Dios permanece dueño de sus dones, y a<br />

nadie niega las gracias necesarias para alcanzar el fin que se<br />

ha dignado asignarnos. Pero a unos concede más, a otros<br />

menos, y con mucha frecuencia su mano abre con<br />

sobreabundancia y profusión cuando El quiere y como a El le<br />

place. Por eso Nuestro Señor, «con corazón verdaderamente<br />

filial, previniendo a su Madre con las bendiciones de su<br />

dulzura la ha preservado de todo pecado», y de tal suerte la<br />

ha santificado, que Ella es su «única paloma, su toda perfecta<br />

sin igual». Con certeza se afirma de San Juan Bautista y con<br />

probabilidad de Jeremías y de San José, que la divina<br />

Providencia veló por ellos desde el seno de su madre y los<br />

estableció en la perpetuidad de su amor. Los Apóstoles<br />

elegidos para ser las columnas de la Iglesia fueron<br />

confirmados en gracia el día de Pentecostés. Entre la multitud<br />

de los santos no hay quizá dos que sean iguales, pues la<br />

Liturgia nos hace decir en la fiesta de cada Confesor Pontífice:<br />

«No se halló otro semejante a él.» La misma diversidad reina<br />

entre los fieles, y ¿quién no ve que entre los cristianos los<br />

medios de salvación son más numerosos y eficaces que entre<br />

los infieles, y que entre los mismos cristianos hay pueblos y<br />

ciudades donde los ministros de la Religión son de mayor<br />

capacidad y el ambiente más ventajoso? La gracia riega el<br />

claustro más que el mundo, y con frecuencia un monasterio<br />

mucho más que otro. Pero es preciso guardarse bien de<br />

inquirir jamás por qué la Suprema Sabiduría ha concedido tal<br />

gracia a uno con preferencia a otro, ni por qué.<br />

Ella hace abundar sus favores más en una parte que en<br />

otra. «No, Teótimo, nunca tengas esta curiosidad, porque<br />

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