07.05.2013 Views

EL SANTO ABANDONO - AMOR DE LA VERDAD

EL SANTO ABANDONO - AMOR DE LA VERDAD

EL SANTO ABANDONO - AMOR DE LA VERDAD

SHOW MORE
SHOW LESS

You also want an ePaper? Increase the reach of your titles

YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.

quien nos pone en la prueba, El nos sostendrá. Los santos<br />

preferían el dolor, pues más se aprovecha padeciendo que<br />

obrando; el santo abandono es el camino más seguro y más<br />

directo.<br />

El P. Baltasar Álvarez hacía a Dios esta admirable oración:<br />

«Dignaos disponer de mí según vuestra voluntad, que esto es<br />

todo lo que deseo y no os pediré ni otra fe, ni otros medios, ni<br />

más favores, ni menos padecimientos. Deseo permanecer tal<br />

como me habéis hecho, y ser tratado como lo he merecido.<br />

Me contentaré con los consuelos que me diereis, y no me<br />

quejaré de las desolaciones que me enviareis. Ejecutad,<br />

Señor, vuestros designios sobre mi con toda libertad, que tan<br />

sólo así puede hallar mi alma el reposo que tanto desea.<br />

Cuando las penas vengan a caer sobre nosotros duras y<br />

persistentes, abandonémonos sin reservas a Aquel de quien<br />

nos creemos quizá abandonados, y digámosle con ánimo<br />

resuelto: «Vos lo queréis, Dios mío, también lo quiero yo y por<br />

todo el tiempo que quisiereis.» Nada mejor podemos hacer<br />

entonces, en el coro, en la oración, en la Misa, en la Sagrada<br />

Comunión, que repetir dulcemente y sin esfuerzo nuestro fiat<br />

-hágase-; repetir con frecuencia durante el día, según lo<br />

encomienda San Francisco de Sales: «Sí, Padre celestial, si y<br />

siempre si», y conservarnos en esta disposición habitual de<br />

completo abandono. Ved ahí una corta y sencilla práctica, y no<br />

sería necesario más para adquirir esa perfección que<br />

frecuentemente vamos a buscar muy lejos. El simple fiat en<br />

todas nuestras penas interiores y exteriores, bastará para<br />

conducirnos a una elevada santidad.<br />

Sin duda podemos pedir a Dios que aligere nuestras<br />

pruebas, o nos las quite, pero no estamos a ello obligados; lo<br />

más conveniente para su gloria y para nuestro bien sería que<br />

El se dignare aumentar nuestra paciencia. San Alfonso nos<br />

enseña a decir: «¡Heme aquí, Señor! Si queréis que<br />

permanezca en la desolación y en la aflicción toda mi vida,<br />

dadme gracia, haced que os ame, y disponed de mí como os<br />

plazca.» Evitemos por lo menos la inquietud y el<br />

apresuramiento, que denotaría un deseo desarreglado.<br />

Suframos en paz sin ir a mendigar las consolaciones en las<br />

criaturas. Para no condolernos de nosotros mismos, hablemos<br />

233

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!