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EL SANTO ABANDONO - AMOR DE LA VERDAD

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disposición de la gracia. Cuando ha dejado de hacerse sentir<br />

la influencia mística, el alma se entrega a la oración por<br />

determinación propia conforme a sus deseos, por los<br />

procedimientos que le han dado mejor resultado. Suple<br />

entonces lo que no pudo hacer en la oración pasiva, y se<br />

aplica a las piadosas lecturas, y produce los afectos y<br />

peticiones que convienen. Insistía mucho sobre este punto<br />

San Francisco de Sales en la dirección que daba a Santa<br />

Juana de Chantal y a sus hijas. Después de la oración,<br />

aplicase el alma a hacerle producir todos sus frutos y a<br />

mantenerse, mediante la mortificación interior, en el fervor y la<br />

pureza que la dispongan a nuevas gracias, si a Dios place<br />

concedérselas.<br />

Cuando la sumerge una y otra vez hasta la saciedad en las<br />

purificaciones pasivas, parécela a esta pobre alma hallarse<br />

abandonada del cielo, pero nada está perdido sino para el<br />

hombre viejo. El alma está en manos de Dios, ¿a qué fin<br />

resistir? El es todopoderoso y el mejor medio de abreviar la<br />

prueba es someterse sin queja y sin recriminaciones ni<br />

inquietudes. Lejos de mantenernos puramente pasivos,<br />

confiemos en Dios, nuestro mejor Amigo, nuestro Padre<br />

infinitamente sabio y bueno; démosle, mientras quiera,<br />

nuestras manos y nuestros pies y dejémosle crucificarnos a su<br />

placer. No huyamos de El cuando la oración se nos vuelve<br />

enojosa, sino que vayamos a ella como de costumbre y<br />

cumplamos con ánimo nuestro deber. No pongamos causa<br />

alguna voluntaria de sequedad, y tengamos delante de Dios<br />

una actitud humilde, arrepentida, sumisa y llena de confianza,<br />

de suerte que este doloroso estado produzca realmente en<br />

nosotros cuanto puede producir en humildad, renuncia y santo<br />

abandono, y de este modo habremos hecho negocio de gran<br />

ganancia.<br />

Tal es la conducta que Santa Juana de Chantal observaba<br />

y hacia seguir a sus hijas. «En estado pasivo no dejaba de<br />

obrar en los momentos en que Dios le retiraba su operación o<br />

la excitaba a ello; sus actos, empero, eran siempre cortos,<br />

humildes y amorosos.» «Si, hija mía, decía ella, cuando Dios<br />

lo quiere y me lo manifiesta por el movimiento de la gracia,<br />

hago algunos actos interiores, o pronuncio algunas palabras<br />

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