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EL SANTO ABANDONO - AMOR DE LA VERDAD

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hasta usa de tanta paciencia que los débiles se maravillan y<br />

los malos blasfeman. Vendrá empero un día en que Dios se<br />

verá obligado a obrar como Soberano y justo Juez para<br />

restablecer el orden, y como Padre Salvador de las almas<br />

para volverlas al camino de salvación por los medios del rigor,<br />

ya que se obstinan en hacer inútiles los medios de dulzura.<br />

Los azotes de Dios traen a unos la prueba, a otros, el<br />

castigo, y a todos los de buena voluntad gracias de<br />

renovación. ¡Dichoso el que sabe reconocerlas y<br />

aprovecharse de ellas! «Estas desgracias -dice el P.<br />

Caussade- son para muchos otras tantas gracias de<br />

predestinación. Mas es necesario declarar que pueden ser al<br />

mismo tiempo para otros motivos de reprobación, bien que<br />

esto no sucederá sino por culpa suya, y por no pequeña culpa,<br />

pues ¿qué más razonable y fácil, en cierto sentido, que hacer<br />

de la necesidad virtud? ¿Por qué levantarse inútil y<br />

criminalmente contra la mano paternal de Dios, que no nos<br />

castiga, sino para despegarnos de los miserables bienes de<br />

acá abajo? Como su misma ira nace de su misericordia, no<br />

nos hiere sino para apartarnos del pecado y salvarnos. A<br />

manera de un sabio cirujano que corta hasta lo vivo las carnes<br />

podridas, a fin de conservar la vida y de preservar el resto del<br />

cuerpo.»<br />

¿Cómo portarnos en medio de las calamidades?<br />

1º «Humillarnos bajo la poderosa mano de Dios», y<br />

abandonarnos a su Providencia con sumisión filial, en la íntima<br />

convicción de que es Dios quien lo ha dirigido todo, de que<br />

sus designios impenetrables tienen por principio el amor de las<br />

almas, y de que sabrá poner al servicio del bien los<br />

acontecimientos más desconcertantes. Por lo que<br />

personalmente nos concierne, nos conviene recordar que<br />

estamos en manos de Nuestro Padre celestial, y si quiere<br />

salvarnos, le es tan fácil hacerlo en medio de los peligros,<br />

como llamarnos a Sí cuando ningún peligro pareciera<br />

amenazarnos, y si es que quiere probarnos, ¡bendito sea su<br />

santo nombre para siempre!<br />

2º Cumplir nuestros deberes del mejor modo posible y<br />

sacrificarnos por el bien común, según el tiempo y las<br />

circunstancias, y como nuestra situación lo permita. «La<br />

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