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EL SANTO ABANDONO - AMOR DE LA VERDAD

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a su enfermo, aquéllas tan sólo pretenden hartarse de sangre<br />

y, sin embargo, las sufre con confianza el paciente enfermo,<br />

porque el médico ha sabido limitar su número y localizar su<br />

acción.<br />

Así, pues, la fe en la Providencia exige que en cualquier<br />

ocasión el alma se remonte hacia Dios. «Si el justo es<br />

perseguido es porque Dios lo quiere; si un cristiano por seguir<br />

su religión empobrece, es porque Dios lo quiere también; si el<br />

impío se enriquece en su irreligiosidad, es por permisión<br />

divina. ¿Qué me sucederá si soy fiel a mi deber? Lo que Dios<br />

quiera.» Nuestras pérdidas, nuestras aflicciones, nuestras<br />

humillaciones jamás debemos atribuirlas al demonio ni a los<br />

hombres, sino a Dios, como a su verdadero origen. Los<br />

hombres pueden ser su causa inmediata, y aunque tal suceda<br />

por una falta inexcusable, Dios aborrece la falta, pero quiere la<br />

prueba que de ella resulta para nosotros.<br />

« Convengamos que si en medio de tantos accidentes de<br />

todo género de que está llena la vida humana, supiéramos<br />

reconocer esa voluntad de Dios, no obligaríamos a nuestros<br />

ángeles a ver en nosotros tantas admiraciones poco<br />

respetuosas, tantos escándalos sin fundamento, tantas iras<br />

injustas, tantos descorazonamientos injuriosos a Dios, y<br />

desgraciadamente, tantas desesperaciones que a veces nos<br />

exponen a perdernos.»<br />

3. CONFIANZA EN <strong>LA</strong> PROVI<strong>DE</strong>NCIA<br />

«La voluntad del hombre es por extremo suspicaz, de<br />

suerte que por regla general sólo se fía de sí mismo y teme<br />

siempre, por lo que atañe a si propio, del poder y de la<br />

voluntad de otro. Lo que se posee de más precioso, fortuna,<br />

honor, reputación, salud, la vida misma jamás se deposita en<br />

manos de otro, a menos de tener una gran confianza en él.<br />

Para el ejercicio de la caridad y del Santo Abandono, es, pues,<br />

necesaria una plena confianza en Dios.» De donde se deduce<br />

que no podrá hallarse el perfecto abandono de un modo<br />

habitual fuera de la vida unitiva, porque sólo en ella la<br />

confianza en Dios llega a su plenitud.<br />

«La sabiduría del hombre es muy limitada en sus<br />

horizontes; su voluntad es débil, mudable y sujeta a mil<br />

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