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EL SANTO ABANDONO - AMOR DE LA VERDAD

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5. <strong>EL</strong> <strong>ABANDONO</strong> EN LOS BIENES <strong>DE</strong> OPINIÓN<br />

Artículo 1º.- Reputación<br />

Cosa muy querida nos es nuestra reputación, y en especial<br />

con respecto a nuestros Superiores y a la Comunidad. Damos<br />

la mayor importancia a su estima y confianza, aparte de que<br />

podamos necesitar de ellas para el ejercicio de nuestro cargo.<br />

Pues bien, no es raro que por motivo legítimo o culpable, con<br />

razón o sin ella, se desaten las lenguas contra nosotros, lo<br />

cual no es pequeña prueba. El Salmista quéjase de ella con<br />

frecuencia a Dios: «bien conocía las contradicciones de las<br />

lenguas», «los hijos de los hombres cuyos dientes son armas<br />

y flechas y su lengua afilado cuchillo», «lenguas maldicientes<br />

y engañosas, semejantes a carbones de fuego voraz, a<br />

flechas agudas lanzadas por vigoroso brazo».<br />

Si acontece que sus dardos, lanzados en la sombra o en el<br />

descubierto, hieren nuestra reputación, debemos soportar<br />

siempre con paciencia sus ataques y conformarnos con el<br />

divino beneplácito. En efecto, tras los hombres es preciso ver<br />

a Dios sólo, de quien ellos son instrumentos, ya tengan o no<br />

conciencia de ello, pues El les pedirá cuentas de cada palabra<br />

y les pagará según sus obras. Mas entretanto, se servirá del<br />

celo, la ligereza y de la guía de la malignidad misma para<br />

probarnos. Nuestra reputación le pertenece, tiene derecho de<br />

disponer de ella como le place. Nosotros creemos que la<br />

necesitamos para el desempeño de nuestro cargo, pero sabe<br />

El mejor lo que conviene a los intereses de su gloria, al bien<br />

de las almas, a nuestro progreso espiritual. Si ha resuelto<br />

probarnos en este punto, es dueño de escoger para este fin el<br />

instrumento que quiera. A pesar de los lamentos y las<br />

recriminaciones de la naturaleza, olvidemos deliberadamente<br />

a los hombres para no ver sino a Dios sólo; y besando con<br />

filial sumisión su mano que nos hiere con amoroso designio,<br />

apliquémonos a recoger todos los frutos que la prueba nos<br />

puede proporcionar.<br />

Estas tribulaciones nos .brindan, en efecto, ocasiones raras<br />

de crecer en muchas y sólidas virtudes. El alma,<br />

despojándose de su reputación, elévase por encima de la<br />

opinión de los hombres hasta Dios sólo, para servirle con<br />

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