07.05.2013 Views

EL SANTO ABANDONO - AMOR DE LA VERDAD

EL SANTO ABANDONO - AMOR DE LA VERDAD

EL SANTO ABANDONO - AMOR DE LA VERDAD

SHOW MORE
SHOW LESS

Create successful ePaper yourself

Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.

mismo, ni contra sus propias imperfecciones, y el disgusto que<br />

experimentaba por sus faltas era tranquilo, reposado y firme;<br />

pues juzgaba que nos castigamos mucho más a nosotros<br />

mismos con el arrepentimiento tranquilo y constante, que con<br />

el agrio, inquieto y colérico; y tanto más, cuanto que estos<br />

arrepentimientos de la impetuosidad no obedecen a la<br />

gravedad de nuestras faltas, sino a nuestras inclinaciones. En<br />

cuanto a mí -decía-, si hubiera dado una caída lamentable, no<br />

reprendería a mi corazón de esta forma: ¿no eres un<br />

miserable y digno de abominación, tú que, después de tantas<br />

resoluciones, aún te dejas arrastrar de la vanidad? Muere de<br />

vergüenza, y no levantes ya los ojos al cielo, ciego,<br />

desconsiderado, traidor y desleal a tu Dios. Más bien le<br />

corregiría razonablemente y por vía de compasión: Vamos,<br />

pobre corazón mío; arriba, pues otra vez hemos caído en la<br />

fosa que tanto habíamos procurado evitar. ¡Vamos!,<br />

levantémonos, abandonémosla para siempre, imploremos la<br />

misericordia de Dios y esperemos que ella nos asistirá para<br />

ser más firmes en lo sucesivo, y volvamos al camino de la<br />

humildad. Animo, pues; velemos sobre nosotros mismos, que<br />

Dios nos ayudará. Y como efecto de esta reprensión querría<br />

tomar una sólida y firme resolución de no volver a caer,<br />

tomando para ello los medios convenientes».<br />

Por su parte, el P. de Caussade aconseja dirigir sin cesar a<br />

Dios esta oración interior: «Señor, dignaos preservarme de<br />

todo pecado, y de un modo especial en tal materia. Mas, en<br />

cuanto a la pena que debe curar mi amor propio, a la<br />

humillación, a la santa abyección que hiere mi orgullo y que<br />

debe abatirlo, la acepto por el tiempo que os plazca, y os la<br />

agradezco como una gracia especial. Haced, Señor, que estos<br />

amargos remedios produzcan su efecto, que curen mi amor<br />

propio y me ayuden a adquirir la santa humildad, que es el<br />

sólido fundamento de la vida interior y de toda perfección.»<br />

A pesar de la oración y de los esfuerzos, se cometerán<br />

nuevas faltas, cuyo único remedio estriba en humillarnos<br />

siempre más profundamente, volver a Dios con la misma<br />

confianza y reanudar el combate sin desanimarnos jamás. «Si<br />

de una vez aprendemos a humillamos sinceramente por<br />

nuestras menores faltas, levantarnos sin demora mediante la<br />

222

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!