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EL SANTO ABANDONO - AMOR DE LA VERDAD

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está allí, muy cerca de nosotros, en la Santa Eucaristía pero le<br />

querríamos sin velo. Déjase a veces encontrar en la oración,<br />

mas no basta una unión fugitiva e incompleta, necesitamos su<br />

eterna y perfecta posesión. Nuestro cuerpo se levanta como<br />

los muros de una prisión entre el alma y su Amado; que caiga<br />

de una vez, que deje de ocultarnos el único objeto de todos<br />

nuestros afectos. ¿Cuándo se acabará, Señor, este destierro?<br />

¿Cuándo vendréis por mi? ¿Cuándo iré yo, Señor, a Vos?<br />

¿Cuándo me veré, Señor, con Vos? ¡Cómo se tarda ya esta<br />

hora! ¡Qué contento y alegría será para mí, cuando me digan<br />

que llega ya!<br />

Laetatus sum in his quae dicta sunt mihi: ¡ir domum Domini<br />

ibimus: stantes erant pedes nostri in atriis tuis, Jerusalem. «Me<br />

he alegrado desde que se me ha dicho: Iremos a la casa del<br />

Señor y pronto nos hallaremos, oh Jerusalén, en el recinto de<br />

tus murallas».<br />

A semejanza de la Esposa de los Cantares, el gran Apóstol<br />

languidecía de amor y suspiraba por la disolución del cuerpo<br />

para estar con Cristo. Estaba enfermo de amor, y en su<br />

impaciente ansia de gozar de su Amado, la menor tardanza<br />

hacíasele una eternidad y llenaba su corazón de tristeza. Tales<br />

eran los sentimientos de Santa Teresa del Niño Jesús en su<br />

lecho de muerte. «¿Estáis resignada a morir? ¡Oh, padre mío!,<br />

respondía ella, para vivir es para lo que se necesita<br />

resignación; muriendo no experimento más que alegría»<br />

Hay, por tanto, sólidas razones que nos hacen desear la<br />

muerte; las hay también igualmente para desear la<br />

prolongación de nuestros días, y son casi las mismas.<br />

1º Los males de la vida presente. Mediante la paciencia y<br />

el espíritu de fe, se convierten en ocasión de mayores bienes;<br />

despegan de la tierra y hacen suspirar por un mundo mejor; es<br />

un excelente purgatorio, una mina de virtudes inagotable.<br />

Cuanto más abunden estos males, más rica será la cosecha<br />

para el cielo. Si la malicia de los hombres viene a mezclarse<br />

en ellos, ¿qué nos importa? Nosotros queremos ver tras el<br />

instrumento no otra cosa que la Providencia, y como resultado<br />

de todas nuestras pruebas, como adelantamiento espiritual,<br />

Dios glorificado, muchas almas salvadas, el purgatorio rociado<br />

con sangre de Nuestro Señor. En el cielo no habrá ya<br />

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