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EL SANTO ABANDONO - AMOR DE LA VERDAD

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este sentido: «que ser rico de hecho y pobre de afecto es la<br />

gran dicha del cristiano, pues por este medio se obtienen las<br />

comodidades de las riquezas para este mundo y el mérito de<br />

la pobreza para el otro».<br />

Mas, según San Buenaventura, «la abundancia de los<br />

bienes temporales es una especie de liga, que se adhiere al<br />

alma y la impide volar a Dios». Por consiguiente, pone al<br />

religioso en peligro de derramarse más de lo conveniente en<br />

las cosas de la tierra, de apegar a ella su corazón, de<br />

sacrificar más o menos la austeridad de su vida, de ir en<br />

busca de comodidades y de entibiarse así en el amor de Dios.<br />

Al seglar le expone a tentaciones más temibles, puesto que el<br />

dinero es la llave de una vida mundana y disipada. Con las<br />

riquezas entran fácilmente la estima de si, el deseo de ser<br />

honrado, el orgullo y la ambición; en una palabra, «puesto que<br />

el amor de las riquezas es la raíz de todos los males»,<br />

difícilmente entrará el rico en el reino de los cielos, al menos si<br />

sólo es rico para sí mismo y no según Dios, y con mayor<br />

razón, si a diario celebra opíparos festines, mientras que a su<br />

puerta sufre Lázaro la necesidad.<br />

Por otra parte, la miseria, pesando sobre el espíritu con sus<br />

cuidados y preocupaciones, apenas deja libertad para<br />

entregarse a Dios sólo, pues expone a las almas todavía<br />

débiles al desaliento, a la murmuración, a la insubordinación; y<br />

si es persistente y demasiado dura, hace la existencia, por<br />

decirlo así, imposible.<br />

Entre la fortuna y la miseria hállase un grado intermedio,<br />

que el Apóstol mira como una riqueza: es la piedad con lo<br />

necesario para vivir, o bien con esa moderación de espíritu<br />

que se contenta con el alimento y el vestido. Hablábase a San<br />

Francisco de Sales de la pobreza de su Obispado: «Después<br />

de todo -respondió-, teniendo honestamente con qué<br />

alimentarnos y vestirnos, ¿no hemos de estar contentos? Lo<br />

demás no es sino trabajo, cuidados, superfluidad... Mis rentas<br />

bastan a mis necesidades, y lo que sobre esto hubiera, sería<br />

superfluo. Los que tienen más, no lo tienen sino para llevar<br />

mayor ostentación; no es para ellos, sino para servidores que<br />

comen, por lo regular sin hacer nada, los bienes del Obispado.<br />

Quien menos tiene, menos cuenta tendrá que dar y menos<br />

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