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EL SANTO ABANDONO - AMOR DE LA VERDAD

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emprender todo género de buenas obras y llevarlas a buen<br />

término.»<br />

Este obró como cuerdo. Por nuestra parte, no pensemos<br />

sino en obrar con confianza, en cumplir asiduamente nuestros<br />

deberes, en vivir así en humildad, en la abnegación, en la<br />

obediencia y en el santo amor. Y Dios, que es la bondad<br />

personificada, el dulce Salvador que ha dado la vida por sus<br />

enemigos, el buen Pastor que corre tras la oveja rebelde y<br />

obstinada, jamás permitirá que un alma de buena voluntad<br />

termine miserablemente una vida santa. Por lo demás, no<br />

cesemos de implorar la gracia de la perseverancia final, y<br />

pidámosla por mediación de nuestra Madre del Cielo, que un<br />

alma devota de María no puede perderse eternamente.<br />

Puede haber también otras muchas especies de<br />

oscuridades, y por más que se tomen todas las precauciones<br />

para hacer la luz en rededor suyo, siempre se padecerá la<br />

falta de claridad, sea en la vida interior, sea en el modo de<br />

conducir al prójimo, y por una permisión divina surgirán las<br />

tinieblas de todas partes. Sea cual fuere su naturaleza y por<br />

espesas que se las suponga, nos dejan la razón y la fe: tanto<br />

al Pastor como al simple fiel les quedará la Iglesia, el<br />

Evangelio, los buenos libros y la dirección; y al religioso le<br />

quedan sus Superiores y su Regla. ¿No es esto bastante para<br />

orientarnos con seguridad hacia el puerto de la eterna<br />

felicidad? La prueba, pues, no nos priva sino de las luces<br />

especiales, radiantes y deliciosas que por cierto nos<br />

proporcionan un precioso suplemento de fuerza, del que, sin<br />

embargo, es fácil abusar. En todo caso no son necesarias y si<br />

Dios nos las quita sin culpa nuestra, El sabrá hacer que<br />

hallemos mediante el abandono y los esfuerzos una<br />

superabundante compensación. Dejemos, por tanto, que Dios<br />

nos conduzca a su placer, y aun entre las desolaciones y<br />

tinieblas confiémonos a este Padre infinitamente bueno y<br />

sabio y no tengamos otro cuidado sino el de cumplir sus<br />

voluntades.<br />

De este modo se conducía Santa Teresa del Niño Jesús:<br />

«Doy gracias a mi Jesús, escribía, por hacerme caminar entre<br />

tinieblas, pues encuentro ahí una paz profunda. Gustosa<br />

consiento en permanecer toda mi vida religiosa en este oscuro<br />

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