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EL SANTO ABANDONO - AMOR DE LA VERDAD

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procedimientos naturales, de suerte que todo parece venir de<br />

nuestros esfuerzos. La fe es la que nos enseña que nuestra<br />

voluntad tuvo que ser ayudada con una gracia secreta y<br />

sostenida en determinados momentos por los dones del<br />

Espíritu Santo.<br />

Por el contrario, tanto en la acción mística como en la<br />

oración mística también, déjase sentir la acción de Dios y llega<br />

a ser, por decirlo así, manifiesta. Aquí ya no se limita a seguir<br />

nuestros procedimientos humanos; hállase el alma de repente<br />

iluminada y puesta en movimiento, como por un instinto divino,<br />

una inspiración particular, una moción especial. Por repentina,<br />

por dulce e imperiosa que sea la acción divina, no suprime el<br />

ejercicio del libre albedrío, se la consiente con toda el alma, y<br />

con gusto se reúnen todas las energías para corresponder a<br />

ella. Por eso pudo decir Bossuet: «Tanto más obramos cuanto<br />

somos más empujados, más movidos, más animados del<br />

Espíritu Santo; este acto por el cual nos entregamos a la<br />

acción que El ejecuta en nosotros, nos pone, para así<br />

expresarnos, por completo en acción para Dios.»<br />

Mas bajo otro punto de vista somos tanto menos activos<br />

cuanto nuestro estado es más pasivo, y se siente sin poder<br />

dudarlo que un poder superior ha tomado la iniciativa, ha<br />

hecho la elección del acto, reemplazando la deliberación por<br />

un instinto divino y compelido en seguida a la ejecución.<br />

Cuando un alma es frecuentemente favorecida con estas<br />

influencias místicas, suele decirse que está bajo la dirección<br />

del Espíritu Santo.<br />

¿Puede estarlo siempre y en todas las cosas? San Juan de<br />

la Cruz lo juzga así de la Santísima Virgen, y casi<br />

exclusivamente de Ella: «Elevada -dice- desde el principio a<br />

este altísimo estado -en que es Dios mismo quien dirige las<br />

potencias hacia los actos conformes al querer divino-, no tuvo<br />

jamás la gloriosa Madre de Dios en el espíritu el recuerdo de<br />

criatura alguna capaz de distraerla de Dios y dirigirla en su<br />

modo de obrar. Todos sus movimientos fueron siempre<br />

producidos por el Espíritu Santo... Por más que sea difícil<br />

hallar un alma enteramente conducida por el Señor y<br />

enriquecida con la perpetua unión, durante la cual las<br />

potencias están divinamente ocupadas, sin embargo, hállanse<br />

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