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EL SANTO ABANDONO - AMOR DE LA VERDAD

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influencias del aire y el desorden de los elementos. Debemos<br />

aceptar todos los tiempos que Dios nos envía, y no soportarlos<br />

impacientes y airados, como es costumbre cuando nos son<br />

contrarios. No conviene decir: ¡Qué mal tan desesperante y<br />

desgraciado, y servirnos de expresiones que manifiesten la<br />

contradicción y el descontento de nuestros espíritus. Debemos<br />

querer el tiempo como es, puesto que Dios lo ha hecho, y<br />

decir en esta incomodidad, con los tres muchachos del horno<br />

de Babilonia: "Frío, calor, hielo y nieve, rayos y nubes,<br />

bendecid al Señor, alabadle y ensalzadle para siempre". Estas<br />

criaturas lo hacen sin cesar obedeciendo a Dios y cumpliendo<br />

su santísima voluntad, pues con ellas hemos de bendecirle y<br />

glorificarle nosotros por el mismo medio. Debiéramos pensar,<br />

a fin de ahogar estos movimientos injustos y estas<br />

expresiones desordenadas, que si este tiempo nos es<br />

incómodo, a otros les es cómodo; que si no es bueno para la<br />

parte, es útil al todo; que si estorba nuestros planes,<br />

favorecerá los del vecino, y cuando así no fuera, ¿no nos<br />

basta que sea siempre bueno para la gloria de Dios, ya que es<br />

según su voluntad y en ello tiene El sus complacencias?<br />

3. <strong>EL</strong> <strong>ABANDONO</strong> EN LOS BIENES Y EN LOS MALES EXTERIORES<br />

Artículo 1º.- La prosperidad y la adversidad<br />

Comenzamos por lo que es más general, la adversidad o la<br />

prosperidad, tanto para nosotros como para los que nos son<br />

queridos (familia, comunidad, etc.).<br />

Se puede hacer un buen uso de la prosperidad y de la<br />

adversidad, y se puede abusar de ellas. ¿Seremos del número<br />

de los sabios o de los necios? ¿Querrá Dios hacernos pasar<br />

por buena o por mala fortuna? ¿Tendrá intención de<br />

retenernos mucho tiempo sobre la cruz? Nada sabemos, y, por<br />

consiguiente, el partido más acertado es establecernos en la<br />

santa indiferencia, esperar en paz el divino beneplácito<br />

aceptado con amorosa confianza, y sacar de él todo el<br />

provecho posible.<br />

A la luz de una fe viva, la prosperidad se nos presentará<br />

como una sonrisa perpetua de la Providencia, y por lo mismo<br />

abriremos gustosos nuestro corazón al reconocimiento, al<br />

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