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EL SANTO ABANDONO - AMOR DE LA VERDAD

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subterráneo en que me ha hecho entrar, y solamente deseo<br />

que mis tinieblas obtengan la luz para los pecadores. Soy feliz<br />

así, muy feliz de no tener ninguna consolación.»<br />

Artículo 2º.- La insensibilidad del corazón, los<br />

disgustos, etc.<br />

Lo repetimos de nuevo, que aquí no se trata de un alma<br />

esclava de sus pasiones o debilitada por la tibieza voluntaria,<br />

sino de aquella que desea resueltamente ser toda para Dios.<br />

«Es triste tener que cumplir los más religiosos deberes con<br />

un corazón frío y un espíritu disipado, el ir a ellos siempre sin<br />

interés alguno y tener que arrastrar su corazón como por<br />

fuerza, el hallarse insensible y con estúpida indiferencia en<br />

presencia de Dios, meditar sin afecto, confesarse sin dolor,<br />

comulgar sin gusto y aun con menos satisfacción que<br />

comiendo el pan material, sufrir por fuera sin estar consolado<br />

por dentro, llevar pesadas cruces sin sentir esa unción secreta<br />

que las dulcifica.» He aquí nuestra prueba admirablemente<br />

descrita por el P. de Lombez, mas, ¿qué pensar de ella?<br />

«Este estado, continúa diciendo, es harto mortificante, pero<br />

sin embargo, está ordenado con mucha sabiduría por la<br />

Providencia de un Dios que conoce perfectamente sus<br />

derechos y nuestras necesidades. Sois justo, Señor, y todas<br />

vuestras determinaciones son dictadas por la misma equidad;<br />

mas vuestra misericordia siempre va mezclada en vuestros<br />

consejos... (Alma de buena voluntad), Dios te retira sus<br />

consolaciones ora para castigar tus faltas, ora para aumentar<br />

tus méritos. Si es para castigar tus faltas, ¿por qué no vuelves<br />

tu disgusto contra ti misma? Si es para aumentar tus méritos,<br />

¿por qué te quejas de El? Si te trata como mereces, ¿qué mal<br />

te hace? Si quiere acrecentar tus méritos, ¡cuán reconocida no<br />

le debes estar! ¿Temes que te haga expiar con sobrada<br />

facilidad tus pecados en este mundo, o que mediante ligeros<br />

padecimientos te haga demasiado feliz en el otro? Por más<br />

que reflexiones, esos que tú llamas rigores, deben<br />

necesariamente tener una de estas dos causas: Dios no<br />

aborrece su obra, y no llama al hombre a su servicio para<br />

hacerle desdichado.»<br />

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