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Identidades a flor de piel

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halshs-00291675, version 1 - 28 Jun 2008<br />

capitalista, se produjo una ruptura <strong>de</strong> las relaciones paternalistas. Los entrevistados<br />

coincidieron en señalar que, en los viejos tiempos, las familias <strong>de</strong> clase alta sólo<br />

permitían a sus hijos casarse con miembros <strong>de</strong> su misma clase. El criterio principal era,<br />

pues, la ―raza‖, esto es, apellido, educación y reputación (Streicker, 1992: 48):<br />

―Des<strong>de</strong> el comienzo <strong>de</strong> mi estadìa, la gente parecìa obsesionada con el<br />

pasado: el tiempo pasado, pasado está –<strong>de</strong>cía la mayoría– pues la época<br />

presente se caracteriza por corrupta y corruptora, no sólo por la actitud<br />

egoísta e irrespetuosa <strong>de</strong> las personas, sino también por la constante<br />

<strong>de</strong>gradación <strong>de</strong> la economía. Adicionalmente, había un acuerdo en datar el<br />

inicio <strong>de</strong> la <strong>de</strong>gradación en el momento que Cartagena se convirtió en<br />

centro turìstico internacional, a finales <strong>de</strong> los años sesenta‖, (Streicker,<br />

1992: 14).<br />

Las personas <strong>de</strong> mayor edad provenientes <strong>de</strong> clases populares reprochaban a los nuevos<br />

ricos el culto al po<strong>de</strong>r <strong>de</strong>l dinero, no sólo por haber reemplazado y <strong>de</strong>struido las antiguas<br />

relaciones <strong>de</strong> solidaridad: la crítica fundamental era que se hubiera abandonado un<br />

sistema <strong>de</strong> regulación social don<strong>de</strong> cada quien tenía un lugar <strong>de</strong> acuerdo a su pertenencia<br />

racial, <strong>de</strong>jando en la incertidumbre a quienes, acostumbrados al paternalismo, no podían<br />

más que sentirse incompetentes y <strong>de</strong>sadaptados. Entonces la ―blancura‖ se transformó,<br />

<strong>de</strong>jó <strong>de</strong> ser una cuestión <strong>de</strong> genealogías, maneras <strong>de</strong> vestirse o prestigio <strong>de</strong> las noches <strong>de</strong><br />

rumba. Es por esto que Streicker consi<strong>de</strong>ra que<br />

―... la presencia <strong>de</strong> cachacos es importante para enten<strong>de</strong>r el pasaje <strong>de</strong> una<br />

elite que se <strong>de</strong>finía a sí misma con base en la raza, a otra que lo hacía en<br />

torno a la riqueza‖ (Streicker, 1992: 461).<br />

Prueba <strong>de</strong> ello es la modificación <strong>de</strong> los estatutos <strong>de</strong>l Club Cartagena, acontecida en<br />

1986: paulatinamente se abrieron las puertas a nuevos miembros, ya no elegidos según su<br />

origen familiar, sino apadrinados por los socios tradicionales que garantizaban su ―valor<br />

moral‖, sin <strong>de</strong>sconocer que el pago <strong>de</strong> los <strong>de</strong>rechos <strong>de</strong> entrada se constituìa en una<br />

contribución financiera indispensable para la supervivencia <strong>de</strong>l club. Esta nueva política,<br />

más allá <strong>de</strong> su valor simbólico, genera dudas sobre el peso <strong>de</strong> la ―elite tradicional‖ o, más<br />

precisamente, sobre la exclusividad <strong>de</strong> su control social, porque su influencia todavía hoy<br />

es bien significativa.<br />

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