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Identidades a flor de piel

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acialización, precisamente cuando preten<strong>de</strong>n <strong>de</strong>tener la discriminación. En primera<br />

instancia, se analizarán los mecanismos <strong>de</strong> etiquetaje; aquellos mediante los cuales se<br />

asignan etiquetas a la <strong>de</strong>sviación, que confun<strong>de</strong>n lo cultural y lo biológico.<br />

Posteriormente, mostraré cómo este proceso con el que se estigmatiza lo más cercano,<br />

visto como una amenaza, viene acompañado <strong>de</strong> una proyección <strong>de</strong> la champeta en otros<br />

espacios <strong>de</strong> i<strong>de</strong>ntificación –África y el Caribe– que permiten expresar la alteridad sin<br />

generar conflictos. Música <strong>de</strong> otras zonas geográficas y culturas que hacen <strong>de</strong>l ―negro‖ un<br />

ser exótico y pacificado, encarnación <strong>de</strong> una ―i<strong>de</strong>ntidad caribeña‖ que sobrepasarìa, en<br />

una fusión renovada, los antagonismos raciales; la champeta se nutre <strong>de</strong> estos diferentes<br />

marcos normativos que le dan una significación múltiple.<br />

halshs-00291675, version 1 - 28 Jun 2008<br />

1. De la valoración <strong>de</strong> lo prohibido a la asignación <strong>de</strong> una etiqueta racial<br />

Con la champeta, po<strong>de</strong>mos ver el proceso <strong>de</strong> <strong>de</strong>signación racial <strong>de</strong> una cultura popular.<br />

Indudablemente, rompe con cierto número <strong>de</strong> normas –sociales, artísticas, sonoras, etc.–<br />

implícitas en Cartagena e inspiradas <strong>de</strong>l mo<strong>de</strong>lo <strong>de</strong> la elite <strong>de</strong> la ciudad. Pero en las<br />

provocaciones propias <strong>de</strong> una contracultura popular, las evocaciones raciales y/o étnicas<br />

están ausentes, respetando así los mecanismos habituales <strong>de</strong>l evitamiento. El que la raza<br />

sobresalga es, antes que nada, el resultado <strong>de</strong> una calificación exterior, como cuando se<br />

moviliza la categoría ―negro‖ para justificar el rechazo <strong>de</strong> la champeta. A<strong>de</strong>más, es<br />

importante aclarar que esta <strong>de</strong>scalificación no proviene únicamente <strong>de</strong> los ―hacedores <strong>de</strong><br />

normas‖ (Hughes, 1996), sino también <strong>de</strong> ciertos sectores populares <strong>de</strong> Cartagena<br />

(Streicker, 1992): aquí, la raza aparece como un signo <strong>de</strong> distinción entre individuos que<br />

<strong>de</strong>s<strong>de</strong> todo punto <strong>de</strong> vista son semejantes, y con la <strong>de</strong>signación <strong>de</strong> ―negro‖ se introduce<br />

una diferencia al interior <strong>de</strong> una población normalmente i<strong>de</strong>ntificada en términos<br />

socioeconómicos. Los propios actores <strong>de</strong> la champeta retomarán una <strong>de</strong>scripción<br />

naturalizante <strong>de</strong> su música, tanto en la enumeración <strong>de</strong> sus rasgos característicos –sexo,<br />

cuerpo, volumen sonoro, ―<strong>de</strong>speluque‖– como en la evocación <strong>de</strong> su origen. Lo ―negro‖,<br />

que marca un estigma, no es reivindicado ni tampoco invocado; en su lugar, se han<br />

interiorizado los atributos asociados a la ―música negra‖, un poco como si la originalidad<br />

<strong>de</strong> la champeta pudiera ser explicada con base en una lógica biologizante.<br />

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