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Identidades a flor de piel

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halshs-00291675, version 1 - 28 Jun 2008<br />

―Al iniciar un examen (…) <strong>de</strong> la comunidad palenquera actual (…) se<br />

intenta contribuir a <strong>de</strong>sdibujar algunos <strong>de</strong> los perfiles estereotipados con<br />

los cuales se ha <strong>de</strong>finido al negro colombiano sobre un indigno lienzo <strong>de</strong><br />

discriminación social, racial y económica‖ (Frie<strong>de</strong>mann y Cross, 1979: 7).<br />

En el mismo sentido, Joel Streicker insiste en la estigmatización que pesa sobre el<br />

atributo más reconocido <strong>de</strong> la diferencia palenquera: el idioma. Según él, la <strong>de</strong>nigración<br />

por parte <strong>de</strong> los no palenqueros <strong>de</strong>l lenguaje palenquero originó su abandono entre<br />

numerosos jóvenes palenqueros resi<strong>de</strong>ntes al exterior <strong>de</strong>l poblado. Ante dicha<br />

estigmatización, la mayoría <strong>de</strong> los palenqueros nacidos y criados por fuera <strong>de</strong> Palenque, a<br />

mediados <strong>de</strong> los años noventa, se rehusan a hablar o inclusive apren<strong>de</strong>r el palenquero<br />

(Streicker, 1995: 71).<br />

En forma similar a Alex Haley, autor <strong>de</strong> Roots, cuando escogió para su periplo a través <strong>de</strong><br />

las generaciones buscar sus ancestros en Gambia y no en Irlanda, como lo sugería su<br />

ascen<strong>de</strong>ncia paterna, los palenqueros, afirmando su etnicidad, reclaman su origen<br />

africano al tiempo que <strong>de</strong>jan en la penumbra las componentes española, colombiana e<br />

incluso indígena <strong>de</strong> su i<strong>de</strong>ntidad. Para los que trabajaban en las plantaciones <strong>de</strong>l<br />

Magdalena o en las bo<strong>de</strong>gas <strong>de</strong>l Puerto <strong>de</strong> Cartagena, la i<strong>de</strong>ntificación con Palenque era<br />

percibida más como un obstáculo que como un honor. Ahora, este modo <strong>de</strong> i<strong>de</strong>ntificación<br />

impuesto y doloroso se ha transformado, al tomar una dimensión étnica, en una<br />

i<strong>de</strong>ntificación valorizada y reivindicada. Truco mágico el que, al sustituir la raza por la<br />

etnia, transforma el significado <strong>de</strong> los signos i<strong>de</strong>ntitarios –idioma, religión, organización<br />

social–, y que tien<strong>de</strong> a hacer creer que, en la práctica, los ajustes necesarios para tal giro<br />

sean inmediatos. De la <strong>de</strong>finición tradicional <strong>de</strong>l término ―cimarrón‖, animal doméstico<br />

que se vuelve salvaje (Arrom, 1983; Basti<strong>de</strong>, 1996: 51), no queda nada: ahora, el<br />

cimarrón es un apelativo positivo, cuya herencia es buscada.<br />

Depresión y revitalización <strong>de</strong> la frontera<br />

Para Fre<strong>de</strong>rik Barth, la pertenencia étnica sólo pue<strong>de</strong> ser <strong>de</strong>terminada a partir <strong>de</strong> una línea<br />

<strong>de</strong> <strong>de</strong>marcación entre los miembros y los no-miembros, entre el ―nosotros‖ y el ―ellos‖.<br />

El punto crucial <strong>de</strong> la investigación <strong>de</strong>viene la frontera étnica que <strong>de</strong>fine al grupo, y no el<br />

material cultural que contiene (Barth, 1995: 213), pues, como el autor sugiere, la<br />

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