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Identidades a flor de piel

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halshs-00291675, version 1 - 28 Jun 2008<br />

2. 1. La India Catalina o el recuerdo indígena<br />

Cuando los españoles llegaron a las costas <strong>de</strong> lo que más tar<strong>de</strong> se llamaría Colombia,<br />

estaban habitadas por los indios calamarí, en el lugar <strong>de</strong> la futura Cartagena. Según<br />

diversas narraciones <strong>de</strong> la época (Troconis, 1954; Arrázola, 1967; Castillo Mathieu,<br />

1981; Borrego Pla, 1994), Pedro <strong>de</strong> Heredia –fundador <strong>de</strong> la ciudad y quien encabezaba<br />

las tropas españolas– capturó a una joven indígena, la India Catalina, para que le sirviera<br />

<strong>de</strong> guía e intérprete 111 . Escapando <strong>de</strong> la vida salvaje, sumergida en el espíritu colonialista,<br />

la India Catalina se habría beneficiado <strong>de</strong> las gran<strong>de</strong>zas <strong>de</strong> la civilización española<br />

aprendiendo su idioma y escondiendo su <strong>de</strong>snu<strong>de</strong>z con vestidos traídos <strong>de</strong> Europa.<br />

La India Catalina se conoce más que todo como la intermediaria pacificadora entre las<br />

tropas españolas y las poblaciones indìgenas y como la ―India lengua‖ o simplemente<br />

―lengua‖ (Pombo, 1999: 21). Este apodo resume la reducción <strong>de</strong>l status <strong>de</strong> ―indìgena<br />

civilizado‖ al rol <strong>de</strong> intermediario. Para Eduardo Lemaitre, historiador <strong>de</strong> la ciudad,<br />

―<strong>de</strong>bió estar feliz la india Catalina, <strong>de</strong> quien todos los cronistas cuentan que participó en<br />

estas jornadas activamente, contribuyendo <strong>de</strong> esta manera a la completa pacificación <strong>de</strong><br />

sus compatriotas, a los cuales les <strong>de</strong>cía que perdieran todo temor y que no tuviesen miedo<br />

<strong>de</strong> ca<strong>de</strong>na porque lo que viene era buena‖ (Lemaitre, tomo 1, 1983: 57-58). Hoy, los<br />

folletos <strong>de</strong> turismo la presentan como el sìmbolo <strong>de</strong> la ―raza nativa‖ (Bechara, s.f.: 46).<br />

En otras palabras, la única figura indígena que tiene <strong>de</strong>recho a los honores <strong>de</strong> la ciudad,<br />

ayer y hoy, es la <strong>de</strong> la mujer pacífica, dócil, al servicio <strong>de</strong> la dominación española. La<br />

presencia indígena no es más que un recuerdo lejano en Cartagena, don<strong>de</strong> la población<br />

indígena <strong>de</strong> la región fue casi en su totalidad exterminada o expulsada –al contrario <strong>de</strong><br />

otras regiones <strong>de</strong>l Caribe como la Sierra Nevada <strong>de</strong> Santa Marta o La Guajira–. Ahora, la<br />

India Catalina aparece únicamente como una estatua, <strong>de</strong> formas perfectas, como si la<br />

etnicidad indígena –<strong>de</strong> la cual se convirtió en un símbolo–no sólo fuera sumisa, <strong>de</strong>udora<br />

<strong>de</strong> la civilización europea, sino también portadora <strong>de</strong> una belleza femenina estereotipada<br />

y magnificada.<br />

2. 2. La palenquera o el turismo exótico<br />

Aparentemente para encarnar ―lo negro‖ en Cartagena toca ser mujer, oriunda <strong>de</strong>l<br />

Palenque <strong>de</strong> San Basilio, pequeño pueblo a setenta kilómetros al sur <strong>de</strong> Cartagena. San<br />

111 En una versión local <strong>de</strong> la leyenda <strong>de</strong> la Malinche.<br />

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