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No a la mala hora…
sí a Gabriel García Márquez
A l autor de “La Mala Hora” no hay en absoluto que presentarlo.
García Márquez es una cumbre que se divisa desde
cualquier ángulo que se elija en el panorama literario y humano
de Latinoamérica. Pero “La Mala Hora”, la obra anterior a “Cien
Años de Soledad” y en buena medida gérmen de ésta, tiene una
especial signifi cación. “La Mala Hora” es un compendio de una
de las preocupaciones básicas que orientan la obra de su autor:
las estructuras sociales carcomidas por la miseria y el desamparo
en que viven nuestros pueblos de provincias. Mientras las
capitales — generalizando — - absorben la mayor parte de la
riqueza disponible de un país, de una nación para irse haciendo
más y más moderno y excesivo — cuanto más dependiente —
los pueblos de provincia vegetan en un desamparo total carcomidos
por el abandono de los poderes centrales que no sólo los
ignoran sino que los explotan.
Y ello así en todo lo largo y ancho de nuestro continente
mestizo con variantes apenas perceptibles. Quiere esto decir
que la particular circunstancia de la mala hora descrita por
García Márquez se aplica al mismo paralelo del hombre donde
la explotación nos coloca en condiciones equiparables, no importa
fronteras, ni enseñas, ni regímenes más o menos vestidos
de limpio, desde Paraguay hasta El Salvador.
“La Mala Hora” nos describe — nos reinforma — de lo que
sabemos, pero dicho en forma reveladora, apasionada, lúcida,
propia de García Márquez; nos permite vislumbrar — en un
relámpago de páginas — una toma de conciencia de lo que era
una mera información: una desesperanza comprobada, a veces
hasta en fotos, a veces con comentarios relegados a las páginas
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