Reloj de Sol.pdf - Banco de Reservas

Carmen Quidiello de Bosch
medio de un esfuerzo alguien nos reclama otro y otro más ahí
estará nuestro “no” para evitar que se nos haga imposible coronar
con éxito nuestra labor que de no existir una interferencia
apremiosa se haría posible.
Debe haber un no para evitar los equívocos.
Para cada ocasión de urbanidad hay un no y un sí. Si somos
invitados, por ejemplo, debe haber un no para evitar ser abrumados
por atenciones que no estemos de antemano en capacidad
de reciprocar con oportunidad y elegancia.
Asimismo, habrá un no que nos permita ser de nuevo bienvenidos
porque hemos sabido mantenernos en los límites de la
prudencia, del buen gusto y de lo conveniente.
También habrá un no para lo cursi.
Cuando nuestra integridad moral y nuestra propia estima
estén en tela de juicio también sabremos utilizar el no para
usarlo como un valladar que nadie se atreva a trasponer ni a
transgredir.
De todo lo cual se desprende que en la educación de los jóvenes
se hará del no un instrumento digno de aprender a usarse
— estimulado o incentivado — para que pueda ser esgrimido
en el punto y hora en que fuera preciso y necesario. En la educación
cívica también.
Es útil hacer la salvedad, sin embargo, de que no deberá
usarse un no cerrado e intransigente — tampoco caprichoso —
a menos que sea absolutamente justificado.
En la mayoría de los casos decir sí es obra de artesanía; decir
que no es todo un arte.
¿Vale? (dirían hoy día los madrileños)
Sí y no, que para los gustos se han hecho los colores y…. las
palabras.
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