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Reloj de Sol.pdf - Banco de Reservas

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Viñeta santiaguera<br />

N iñas nos llamaron a mí hermana y a mí en nuestro mundo<br />

familiar, lo mismo que a cualquiera otra joven soltera —<br />

no importa si próxima a la mayoría <strong>de</strong> edad — cuando por exceso<br />

<strong>de</strong> vitalidad, ingenuidad o travesura volteábamos la casa al<br />

revés junto con las invitadas <strong>de</strong> nuestra promoción que solían<br />

visitar nuestro hogar, o cuando melancólicas e inapetentes —<br />

preocupadas por exámenes pendientes — recibíamos los cuidados<br />

o las reprimendas <strong>de</strong> Marta, la cocinera haitiana, alta seca e<br />

imponente — posiblemente <strong>de</strong> raíz watusi, pienso hoy — o bien<br />

<strong>de</strong> Hilaria, nuestra lavan<strong>de</strong>ra <strong>de</strong> “toda la vida”, <strong>de</strong> padres isleños,<br />

entonadora impenitente y clan<strong>de</strong>stina -para mi exclusivo benefi<br />

cio- <strong>de</strong> canciones que acompañaba con guitarruca impregnada<br />

<strong>de</strong> un fuerte olor a tabaco barato (<strong>de</strong> su consumo, naturalmente),<br />

y quien fuera — quién sabe por cuales otras afi nida<strong>de</strong>s canarias<br />

— mi iniciadora en la trova <strong>de</strong> aquellos lejanos lares en las horas<br />

benditas y esquivas <strong>de</strong> la siesta <strong>de</strong> los mayores.<br />

Niñas éramos entonces sin duda, inquietas, revoltosas, inquisitivas,<br />

impacientes, turbulentas, o gentiles, según el día y<br />

según pasaba el andar <strong>de</strong>l tiempo. Lentamente íbamos conociendo,<br />

en medio <strong>de</strong> nuestro pequeño predio — una quinta alejada<br />

<strong>de</strong>l centro <strong>de</strong> la ciudad santiaguera — los pequeños y no<br />

tan pequeños dolores que conforma una vida. Pero seguíamos<br />

siendo niñas para las buenas gentes que nos vieron crecer en<br />

aquellos tiempos ya remotos y a quienes <strong>de</strong>s<strong>de</strong> entonces llevo<br />

prendidas en el alma — como invisibles escapularios — testigos<br />

<strong>de</strong> lo que fuera un enorme bienestar — una holgura — no<br />

tanto material sino espiritual.<br />

La vieja solariega — remozada para recibir las andanzas<br />

marineras <strong>de</strong> la familia en tierras paternas <strong>de</strong> allen<strong>de</strong> el mar —<br />

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