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Reloj de Sol
son más o menos la totalidad en el país, hay por lo menos un
centenar que están con la revolución, unos más encarnados que
otros, pero a la hora de las horas se ve que el proyecto Cristianismo
y Revolución va plasmado, tanto en los sacerdotes de
parroquia como en los sacerdotes de colegio.
Además las elecciones han demostrado que a pesar de que
los obispos hicieron todo lo posible para que los fieles tuvieran
contradicciones ideológicas y no fueran a dar su voto, ya ahora
entre cristianismo y revolución no hay contradicción.
Los fieles demostraron madurez porque los obispos dijeron
una cosa por un lado y ellos siguieron su conciencia por otro
lado, lo cual es muy sintomático.
¿Ha servido la Revolución Popular Sandinista para redescubrir
los valores universales y eternos del pensamiento
de Cristo?
La revolución no es solamente interesante desde el punto
de vista económico, político y social, sino desde el punto de
vista religioso. Una revolución atraviesa todos los estratos de la
sociedad. A mí, en lo personal me ha dado la posibilidad de poder
comprender ciertos valores del hombre nuevo que nosotros
leíamos en las cartas de San Pablo, pero que no conocíamos en
la práctica concreta. Por ejemplo, yo tengo muchachos cristianos
que están movilizados y están haciendo tareas de defensa,
y me escriben en sus cartas cómo ellos aprenden en la guerra a
compartir lo poco que tienen que comer, y mandan un mensaje
a la comunidad cristiana. Ese ejemplo no lo había visto nunca
antes; un ejemplo de ternura, en el que uno puede ver actualizado
lo que es el cristianismo en realidad.
Por otra parte, yo digo algo más: la revolución me ha dado
a mí la posibilidad de poder nombrar a Dios porque antes de la
revolución yo no sabía quién era Dios, a pesar de que era sacerdote.
Dios era algo allá abstracto, sin contenido. Para mí la revolución
me enseña que Dios es el Dios de los pobres. Es el Dios
que se interesa por la liberación del oprimido. No el Dios de los
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